jueves, 29 de mayo de 2008
FERIA DEL LIBRO DE MADRID
Mañana empieza la Feria del Libro de Madrid. Nosotros estaremos en la caseta número 161, con los editores que formamos CONTEXTO: Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Periférica y Sexto Piso.
Os esperamos allí.
miércoles, 28 de mayo de 2008
CONTEXTO
Queridos amigos:
es un placer para mí invitaros a la presentación y puesta de largo de Contexto, asociación en la que estamos agrupadas siete jóvenes editoriales independientes:
Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso.
Nuestra presentación será el próximo día 3 de junio a las 13h. en La Buena Vida (C/ Vergara), en Madrid, y nos gustaría compartir ese momento con vostros.
Además, estaremos en la Feria del Libro de Madrid en la caseta 161.
es un placer para mí invitaros a la presentación y puesta de largo de Contexto, asociación en la que estamos agrupadas siete jóvenes editoriales independientes:
Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso.
Nuestra presentación será el próximo día 3 de junio a las 13h. en La Buena Vida (C/ Vergara), en Madrid, y nos gustaría compartir ese momento con vostros.
Además, estaremos en la Feria del Libro de Madrid en la caseta 161.
viernes, 23 de mayo de 2008
NOVEDAD: EDICIÓN ILUSTRADA DE EL PROCESO
«Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana.»
Así empieza esta obra maestra de la literatura que fue publicada por primera vez en 1925 por Max Brod partiendo de los manuscritos que dejó Franz Kafka.
Josef K., el protagonista, es acusado de un delito que nunca llegará a conocer y se ve envuelto en una maraña de la que no podrá salir. Nadie sabe quién dirige los engranajes que propician la detención y el posterior proceso. La situación en la que se encuentra el protagonista, a pesar de ser aparentemente absurda, se nos hace muy verosímil. En la novela aparecen abogados, jueces, ujieres, guardianes... que, en conjunto, dan una imagen impactante de los mecanismos de la Ley y del Estado. En Josef K. irá creciendo un sentimiento de culpa que conllevará su sumisión ante el proceso y que dará lugar al inesperado final del libro...
Las ilustraciones son del artista alemán Bengt Fosshag.
«Lo que atrae y seduce al lector en la obra de Kafka es la verdad misma, y con su perfección de estilo Kafka consiguió hacer su obra tan increíblemente seductora que sus historias atrapan al lector aunque en principio no entienda la verdad que contienen.»
Hannah Arendt
Hannah Arendt
jueves, 15 de mayo de 2008
MURAT, DE TOLSTÓI
Reseña de Jadzhi Murat en El escorpión, por Alejandro Gándara
De 'Jadzhi Murat', la novela de Lev Tolstói que, junto a 'El cupón
falso', publica ahora Nórdica Libros con traducción armoniosa de Víctor Gallego, Harold Bloom (el del canon) declaró que lo consideraba el mejor relato del mundo o al menos el mejor que él había leído (damos por supuesto que había leído más). Aspavientos aparte, es con toda seguridad una narración especial, más en sintonía con los cuentos del autor que con los novelones que le dieron su canónica fama. Es decir, hay un sombrío riesgo en la narración, que se articula de forma quebrada y huidiza para contarnos lo que en apariencia es la vida trágica, intrépida y lineal de un rebelde checheno de mediados del XIX, con su turbante y todo. Rebelde a los rusos, se entiende. Aunque también, y por circunstancias políticas, a los suyos. En fin, uno de esos destinos que se bifurcan a la altura del pecho. Tolstói se monta dos artefactos principales. El primero es un correlato de conciencia: un sujeto que se pasea por el campo en otro lugar y otro momento recuerda la
historia de Murat al contemplar la fuerza y la derrota en la naturaleza. Lo bello y poderoso se trunca igual que lo feo y lo débil, pero son muertes distintas, como distintas son la memoria que dejan. En cierto sentido, podría decirse que hay cosas que no mueren, porque el mundo las repite siempre. Esa persistencia es una forma de belleza, si no es la belleza misma. El segundo artefacto tiene que ver con lo quebrado. En vez de contar la vida del protagonista de cabo a rabo y tirando del hilo, el relato tiende a interrumpirse con
escenas y personajes laterales, incluso marginales, que además no se cierran. Se quedan por ahí, como la atmósfera de un pathos o como el aire helado de una mañana sangrienta, absurda y fatal. Ese aire que circula entre los seres mortales es un viejo viento anterior a todo, a nacimientos y muertes, y el relato, con sus excursos, obliga a que se escuche. La historia de los hechos, el dibujo de los personajes, los hitos de la acción podrían evocar 'Taras Bulba' (Gogol) o al héroe de Lérmontov, pero la composición se levanta por encima de los materiales y se desliza hacia una oscura génesis, hacia el misterio de esta caducidad nuestra. Y ahí nos abandona, asomados a un balconcito que cuelga sobre los abismos del cosmos.
De 'Jadzhi Murat', la novela de Lev Tolstói que, junto a 'El cupón
falso', publica ahora Nórdica Libros con traducción armoniosa de Víctor Gallego, Harold Bloom (el del canon) declaró que lo consideraba el mejor relato del mundo o al menos el mejor que él había leído (damos por supuesto que había leído más). Aspavientos aparte, es con toda seguridad una narración especial, más en sintonía con los cuentos del autor que con los novelones que le dieron su canónica fama. Es decir, hay un sombrío riesgo en la narración, que se articula de forma quebrada y huidiza para contarnos lo que en apariencia es la vida trágica, intrépida y lineal de un rebelde checheno de mediados del XIX, con su turbante y todo. Rebelde a los rusos, se entiende. Aunque también, y por circunstancias políticas, a los suyos. En fin, uno de esos destinos que se bifurcan a la altura del pecho. Tolstói se monta dos artefactos principales. El primero es un correlato de conciencia: un sujeto que se pasea por el campo en otro lugar y otro momento recuerda la
historia de Murat al contemplar la fuerza y la derrota en la naturaleza. Lo bello y poderoso se trunca igual que lo feo y lo débil, pero son muertes distintas, como distintas son la memoria que dejan. En cierto sentido, podría decirse que hay cosas que no mueren, porque el mundo las repite siempre. Esa persistencia es una forma de belleza, si no es la belleza misma. El segundo artefacto tiene que ver con lo quebrado. En vez de contar la vida del protagonista de cabo a rabo y tirando del hilo, el relato tiende a interrumpirse con
escenas y personajes laterales, incluso marginales, que además no se cierran. Se quedan por ahí, como la atmósfera de un pathos o como el aire helado de una mañana sangrienta, absurda y fatal. Ese aire que circula entre los seres mortales es un viejo viento anterior a todo, a nacimientos y muertes, y el relato, con sus excursos, obliga a que se escuche. La historia de los hechos, el dibujo de los personajes, los hitos de la acción podrían evocar 'Taras Bulba' (Gogol) o al héroe de Lérmontov, pero la composición se levanta por encima de los materiales y se desliza hacia una oscura génesis, hacia el misterio de esta caducidad nuestra. Y ahí nos abandona, asomados a un balconcito que cuelga sobre los abismos del cosmos.
sábado, 10 de mayo de 2008
MÁS QUE UNA PARODIA O LA BOCA POBRE
Reseña de Ana Lorenzo en La mala hierba
Hay parodias que son geniales, y lo son hasta el punto de que se hacen obras que van mucho más allá de lo parodiado y se disfrutan tal cual, sin necesidad alguna de hacerse uno con un bagaje cultural específico previo con el que comparar. Se alzan, espléndidas y autónomas, con sus propios valores literarios, y alcanzan épocas y público donde no llegarían, si no es por ellas, las obras o ideas que las motivaron. Siempre se pone de ejemplo El Quijote, y es cierto que no tenemos por qué haber leído los típicos libros de caballería para disfrutarlo. Cándido, de Voltaire, es otra genialidad para reírse a gusto, y no nos exige conocer la idea que tenían de la filosofía de Leibniz en aquella época (bastante simplista, todo hay que decirlo) para seguir las aventuras del tenaz optimista y su maestro Pangloss. No quiere decir, sin embargo, que los autores de estas obras, como tampoco Flann O'Brien, desprecien todos los libros o ideas que parodian: de hecho, admiran mucho de lo que traen a colación aunque haya otros aspectos u obras que no les convenzan.
La boca pobre, de Flann O'Brien, les hará reír también, hayan leído ustedes o no los libros típicos irlandeses escritos en gaélico a los que remite y parodia, como muy bien dice el traductor de esta edición Antonio Rivero Taravillo en la presentación. Así que, adelante, no le tengan miedo, que es una joya para disfrutar. Si quieren y son amantes de la lengua y de la historia, si dominan además las distintas variedades de gaélico, léanla en su lengua original. Si no es así, disfruten de la novela en esta edición de Nórdica Libros, a la que hay que agradecer el que haya rescatado a este autor para el mundo hispanohablante (una pequeña digresión: ¿por qué no les venden también los derechos de At Swim-Two-Birds, imposible de encontrar en castellano, con lista de espera para la edición de Edhasa En nadar dos pájaros en los libreros de viejo? ¿Alguien no edita o no reimprime e impide que se edite este libro con alguna intención que a mí se me escapa? Fin de la digresión); con las pistas que nos da el traductor y con lo que todos, quien más, quien menos, hemos oído o leído sobre «el tópico irlandés», en películas o libros ingleses, tendremos bastante.
Desde los prólogos hasta el final, el libro es un prodigio de imaginación, cautivándonos con las exageraciones que convierten en hilarante aquello que podría haber sido digno de lástima. ¿Cómo sentir pena por un pueblo «peculiar[es], [...] que se va apagando como enmohecido idioma gaélico, que está con más frecuencia en sus bocas que un poco de comida» y cuya «gente joven pone la vista en Siberia esperando de ella un clima más benigno que los libre del frío y las tempestades que siempre han conocido» (p. 29)? ¿Y lo de «Es motivo de alegría que el autor, Bonaparte Ó Cúnasa, esté aún hoy con vida, a salvo en la cárcel y libre de las miserias del mundo» (p. 28)? El prólogo nos da ya el pulso de la narración: si el clima es peor que el de Siberia, si en la cárcel se está mejor que libre, ¡cómo ha de ser el mundo para un gaélico! Antes le llega a uno la risa que la pena.
Y es que a un gaélico hasta la riqueza se le vuelve miseria: «Sí, la gente vivía pobremente en la época de mi niñez, y aquel que tenía muchos bienes y ganado, por la noche no tenía espacio para sí mismo en su propia casa. Ay, así ha sido siempre. A menudo oía referir al Viejo Canoso las penalidades y miserias de la vida de antaño. [...]
—Otra noche vino un caballero, un inspector de enseñanza que se había extraviado con la bruma del pantano y que había ido a parar a la entrada del valle.»
El tal caballero, se espanta de ver cómo duermen hombres y bestias juntos en las casas. Les da la idea de hacer un cobertizo, separado de la casa. Los gaélicos de Corca Dorcha del tiempo del Viejo Canoso alaban la sugerencia y llevan a cabo el plan. «Pero, ay, las cosas no son siempre como uno imagina. Cuando mi abuela, dos hermanos míos y yo mismo llevábamos dos noches en el cobertizo, estábamos tan helados y profundamente empapados que fue un milagro que no desapareciéramos para siempre; y no encontramos alivio hasta que regresamos a nuestra propia casa y estuvimos de nuevo confortablemente instalados entre el ganado. Así hemos estado desde entonces, de la misma forma que cualquier pobrecito irlandés a este lado del país» (pp. 38-39), termina de narrar con lógica gaélica el Viejo a Bonaparte.
Así, desde su nacimiento —«[n]ací con muy poca edad (ni siquiera había cumplido un día); hasta pasado medio año no comprendí nada de mi entorno ni pude distinguir a unas personas de otras. Pero la inteligencia y el entendimiento llegan a su paso, lenta e imperceptiblemente, a cada criatura; y ese año lo pasé tumbado sobre mis espaldas, posando la vista aquí y allá en todo lo que tenía a mi alrededor» (p. 33)—, la miserable vida de Bonaparte en Corca Dorcha va siéndonos descrita en primera persona, con todos los tópicos habidos y por haber elevados a la enésima potencia. Si añadimos a esto la excelente imaginación del autor, que algunos de ustedes quizá hayan podido disfrutar en El tercer policía o en Crónica de Dalkey (2 y 4 respectivamente de la colección Otras Latitudes en esta misma editorial), tendrán un resultado maravilloso, con escenas y relatos que por sí solos merecerían la lectura del libro, con personajes e ideas que si solo pueden ubicarse en Corca Dorcha, la cuna de la miseria genuinamente gaélica, de la lengua genuinamente gaélica, de la vida genuinamente gaélica (que ya se sabe que más que vida es peor que la muerte) hacen de esta tierra imaginaria un universo literario que, en cambio, más que genuinamente gaélico, se convierte en un referente universal, donde un Bonaparte bastante cándido —en el doble sentido de la palabra—, a pesar de convivir con el espabilado abuelo Viejo Canoso, llegará a sorprendernos al tomar él solito una iniciativa para terminar con ese destino gaélico que, un día, comienza a antojársele injusto. Pero, qué inútil es tratar de ir contra el destino. Sobre todo, contra el destino gaélico.
Hay parodias que son geniales, y lo son hasta el punto de que se hacen obras que van mucho más allá de lo parodiado y se disfrutan tal cual, sin necesidad alguna de hacerse uno con un bagaje cultural específico previo con el que comparar. Se alzan, espléndidas y autónomas, con sus propios valores literarios, y alcanzan épocas y público donde no llegarían, si no es por ellas, las obras o ideas que las motivaron. Siempre se pone de ejemplo El Quijote, y es cierto que no tenemos por qué haber leído los típicos libros de caballería para disfrutarlo. Cándido, de Voltaire, es otra genialidad para reírse a gusto, y no nos exige conocer la idea que tenían de la filosofía de Leibniz en aquella época (bastante simplista, todo hay que decirlo) para seguir las aventuras del tenaz optimista y su maestro Pangloss. No quiere decir, sin embargo, que los autores de estas obras, como tampoco Flann O'Brien, desprecien todos los libros o ideas que parodian: de hecho, admiran mucho de lo que traen a colación aunque haya otros aspectos u obras que no les convenzan.
La boca pobre, de Flann O'Brien, les hará reír también, hayan leído ustedes o no los libros típicos irlandeses escritos en gaélico a los que remite y parodia, como muy bien dice el traductor de esta edición Antonio Rivero Taravillo en la presentación. Así que, adelante, no le tengan miedo, que es una joya para disfrutar. Si quieren y son amantes de la lengua y de la historia, si dominan además las distintas variedades de gaélico, léanla en su lengua original. Si no es así, disfruten de la novela en esta edición de Nórdica Libros, a la que hay que agradecer el que haya rescatado a este autor para el mundo hispanohablante (una pequeña digresión: ¿por qué no les venden también los derechos de At Swim-Two-Birds, imposible de encontrar en castellano, con lista de espera para la edición de Edhasa En nadar dos pájaros en los libreros de viejo? ¿Alguien no edita o no reimprime e impide que se edite este libro con alguna intención que a mí se me escapa? Fin de la digresión); con las pistas que nos da el traductor y con lo que todos, quien más, quien menos, hemos oído o leído sobre «el tópico irlandés», en películas o libros ingleses, tendremos bastante.
Desde los prólogos hasta el final, el libro es un prodigio de imaginación, cautivándonos con las exageraciones que convierten en hilarante aquello que podría haber sido digno de lástima. ¿Cómo sentir pena por un pueblo «peculiar[es], [...] que se va apagando como enmohecido idioma gaélico, que está con más frecuencia en sus bocas que un poco de comida» y cuya «gente joven pone la vista en Siberia esperando de ella un clima más benigno que los libre del frío y las tempestades que siempre han conocido» (p. 29)? ¿Y lo de «Es motivo de alegría que el autor, Bonaparte Ó Cúnasa, esté aún hoy con vida, a salvo en la cárcel y libre de las miserias del mundo» (p. 28)? El prólogo nos da ya el pulso de la narración: si el clima es peor que el de Siberia, si en la cárcel se está mejor que libre, ¡cómo ha de ser el mundo para un gaélico! Antes le llega a uno la risa que la pena.
Y es que a un gaélico hasta la riqueza se le vuelve miseria: «Sí, la gente vivía pobremente en la época de mi niñez, y aquel que tenía muchos bienes y ganado, por la noche no tenía espacio para sí mismo en su propia casa. Ay, así ha sido siempre. A menudo oía referir al Viejo Canoso las penalidades y miserias de la vida de antaño. [...]
—Otra noche vino un caballero, un inspector de enseñanza que se había extraviado con la bruma del pantano y que había ido a parar a la entrada del valle.»
El tal caballero, se espanta de ver cómo duermen hombres y bestias juntos en las casas. Les da la idea de hacer un cobertizo, separado de la casa. Los gaélicos de Corca Dorcha del tiempo del Viejo Canoso alaban la sugerencia y llevan a cabo el plan. «Pero, ay, las cosas no son siempre como uno imagina. Cuando mi abuela, dos hermanos míos y yo mismo llevábamos dos noches en el cobertizo, estábamos tan helados y profundamente empapados que fue un milagro que no desapareciéramos para siempre; y no encontramos alivio hasta que regresamos a nuestra propia casa y estuvimos de nuevo confortablemente instalados entre el ganado. Así hemos estado desde entonces, de la misma forma que cualquier pobrecito irlandés a este lado del país» (pp. 38-39), termina de narrar con lógica gaélica el Viejo a Bonaparte.
Así, desde su nacimiento —«[n]ací con muy poca edad (ni siquiera había cumplido un día); hasta pasado medio año no comprendí nada de mi entorno ni pude distinguir a unas personas de otras. Pero la inteligencia y el entendimiento llegan a su paso, lenta e imperceptiblemente, a cada criatura; y ese año lo pasé tumbado sobre mis espaldas, posando la vista aquí y allá en todo lo que tenía a mi alrededor» (p. 33)—, la miserable vida de Bonaparte en Corca Dorcha va siéndonos descrita en primera persona, con todos los tópicos habidos y por haber elevados a la enésima potencia. Si añadimos a esto la excelente imaginación del autor, que algunos de ustedes quizá hayan podido disfrutar en El tercer policía o en Crónica de Dalkey (2 y 4 respectivamente de la colección Otras Latitudes en esta misma editorial), tendrán un resultado maravilloso, con escenas y relatos que por sí solos merecerían la lectura del libro, con personajes e ideas que si solo pueden ubicarse en Corca Dorcha, la cuna de la miseria genuinamente gaélica, de la lengua genuinamente gaélica, de la vida genuinamente gaélica (que ya se sabe que más que vida es peor que la muerte) hacen de esta tierra imaginaria un universo literario que, en cambio, más que genuinamente gaélico, se convierte en un referente universal, donde un Bonaparte bastante cándido —en el doble sentido de la palabra—, a pesar de convivir con el espabilado abuelo Viejo Canoso, llegará a sorprendernos al tomar él solito una iniciativa para terminar con ese destino gaélico que, un día, comienza a antojársele injusto. Pero, qué inútil es tratar de ir contra el destino. Sobre todo, contra el destino gaélico.
miércoles, 7 de mayo de 2008
NOVEDAD: JADZHI MURAT / EL CUPÓN FALSO
«Jadzhi Murat para mí representa lo sublime en la prosa de ficción, y lo considero el mejor relato del mundo, o al menos el mejor que yo he leído.»
Publicamos en este libro dos novelas cortas del gran escritor ruso Lev Tolstói. En primer lugar una nueva traducción de una de sus grandes obras: Jadzhi Murat, en la que nos muestra el conflicto entre la vida sencilla de los habitantes del Cáucaso, regida por la tradición y la costumbre, personificada en el atractivo protagonista que da nombre al título, y la vida «moderna» y «civilizada» representada por los rusos. Tolstói vivió la situación en primera persona, pues estuvo en esa zona durante su etapa en el ejército, por lo que es el mejor guía para adentrarnos en los orígenes de una guerra que perdura hasta nuestros días en Chechenia.
En El cupón falso, que permanecía inédita hasta ahora, el autor nos cuenta la historia de una estafa y de cómo el dinero conseguido a través de un cupón falso cambia la vida de todas las personas por las que va pasando.
Las dos obras que componen este libro se encuentran entre las mejores que escribió el genio ruso y son, por tanto, dos obras fundamentales de la literatura universal.
Harold Bloom, El canon occidental
Publicamos en este libro dos novelas cortas del gran escritor ruso Lev Tolstói. En primer lugar una nueva traducción de una de sus grandes obras: Jadzhi Murat, en la que nos muestra el conflicto entre la vida sencilla de los habitantes del Cáucaso, regida por la tradición y la costumbre, personificada en el atractivo protagonista que da nombre al título, y la vida «moderna» y «civilizada» representada por los rusos. Tolstói vivió la situación en primera persona, pues estuvo en esa zona durante su etapa en el ejército, por lo que es el mejor guía para adentrarnos en los orígenes de una guerra que perdura hasta nuestros días en Chechenia.
En El cupón falso, que permanecía inédita hasta ahora, el autor nos cuenta la historia de una estafa y de cómo el dinero conseguido a través de un cupón falso cambia la vida de todas las personas por las que va pasando.
Las dos obras que componen este libro se encuentran entre las mejores que escribió el genio ruso y son, por tanto, dos obras fundamentales de la literatura universal.
jueves, 1 de mayo de 2008
LITERATURA DE ALTURA FORJADA SOBRE EL HIELO
Reseña de El zorro ártico en Nordesia, del Diario de Ferrol
Habrá que realizar un estudio serio sobre el hecho de que un país como Islandia, con menos censo que Vigo, sea, como así se explica en la web papelenblanco.com el que, proporcionalmente, más escritores aporta a la literatura mundial. Los datos así lo constatan. Según esta misma página, uno de cada diez islandeses escribirá un libro a lo largo de su vida y, además, cada habitante lee de media 40 libros al año. Pero es que a eso hay que añadir, siguiendo el artículo de esa magnífica web, que es muy probable que el país más septentrional de Europa haya sido el primero en el que se publicó algo muy semejante a lo que hoy se conoce con el nombre de novela. Las sagas islandesas, una colección anómina de
textos en prosa escritos en torno al siglo XIII –en su momento alabada por Borges–, fueron pioneras en el uso del narrador omnisciente. Todo esto viene a cuento de la recentísima traducción al español que ha hecho la editorial Nórdica de la novela de un escritor islandés de renombre, Sjón (abreviando), de título “El zorro ártico”, galardonada en 2005 con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Difícilmente en el mercado contemporáneo del libro podrá encontrarse un texto actual con una intensidad narrativa y una profundidad identitaria como éste del joven y prometedor Sjón, de la que hay que admirar, por otra parte, una estructura interna extraordinariamente atractiva y por la que desfilan elementos de la más arcana tradición islandesa. La novela, ambientada en los primeros meses de 1883, está dividida en
tres pequeños bloques. El primero de ellos comienza y acaba con la intensa y denodada secuencia, dividida en breves escenas, de la caza de un zorro por parte de un sacerdote de una
pequeña aldea, séra Baldur Skuggason, quien pasa horas luchando contra la inteligencia del animal y las adversidades de una naturaleza agresiva y justiciera hasta que consigue darle caza. En el segundo, la historia cambia de plano –aunque en las mismas coordenadas temporales y espaciales– y sitúa al lector en la posición de Fridrik, un herbolario que se prepara para cerrar una etapa de su propia vida, la que lo mantuvo al lado de Abba, la mujer con síndrome de Down que encontró, por casualidad, confinada como un perro en la bodega de un acomodado burgués y con quien compartió su vida en la granja de sus difuntos padres hasta la muerte. Las dos historias, la del pastor cazador que inicia una aventura suicida a la caza del zorro ártico y la del
boticario sereno que contraviene con sus obras las costumbres de la época, caminan con intensidad, en breves pasajes, hasta el tercer bloque, el desenlace, el que desvela las claves de
una historia conmovedora y vital que tiene muy pocos precedentes en los últimos años.
Habrá que realizar un estudio serio sobre el hecho de que un país como Islandia, con menos censo que Vigo, sea, como así se explica en la web papelenblanco.com el que, proporcionalmente, más escritores aporta a la literatura mundial. Los datos así lo constatan. Según esta misma página, uno de cada diez islandeses escribirá un libro a lo largo de su vida y, además, cada habitante lee de media 40 libros al año. Pero es que a eso hay que añadir, siguiendo el artículo de esa magnífica web, que es muy probable que el país más septentrional de Europa haya sido el primero en el que se publicó algo muy semejante a lo que hoy se conoce con el nombre de novela. Las sagas islandesas, una colección anómina de
textos en prosa escritos en torno al siglo XIII –en su momento alabada por Borges–, fueron pioneras en el uso del narrador omnisciente. Todo esto viene a cuento de la recentísima traducción al español que ha hecho la editorial Nórdica de la novela de un escritor islandés de renombre, Sjón (abreviando), de título “El zorro ártico”, galardonada en 2005 con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Difícilmente en el mercado contemporáneo del libro podrá encontrarse un texto actual con una intensidad narrativa y una profundidad identitaria como éste del joven y prometedor Sjón, de la que hay que admirar, por otra parte, una estructura interna extraordinariamente atractiva y por la que desfilan elementos de la más arcana tradición islandesa. La novela, ambientada en los primeros meses de 1883, está dividida en
tres pequeños bloques. El primero de ellos comienza y acaba con la intensa y denodada secuencia, dividida en breves escenas, de la caza de un zorro por parte de un sacerdote de una
pequeña aldea, séra Baldur Skuggason, quien pasa horas luchando contra la inteligencia del animal y las adversidades de una naturaleza agresiva y justiciera hasta que consigue darle caza. En el segundo, la historia cambia de plano –aunque en las mismas coordenadas temporales y espaciales– y sitúa al lector en la posición de Fridrik, un herbolario que se prepara para cerrar una etapa de su propia vida, la que lo mantuvo al lado de Abba, la mujer con síndrome de Down que encontró, por casualidad, confinada como un perro en la bodega de un acomodado burgués y con quien compartió su vida en la granja de sus difuntos padres hasta la muerte. Las dos historias, la del pastor cazador que inicia una aventura suicida a la caza del zorro ártico y la del
boticario sereno que contraviene con sus obras las costumbres de la época, caminan con intensidad, en breves pasajes, hasta el tercer bloque, el desenlace, el que desvela las claves de
una historia conmovedora y vital que tiene muy pocos precedentes en los últimos años.
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