martes, 29 de enero de 2008

RESEÑA DE MEMORIAS PRIVADAS EN NORDESIA

Reseña de Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado en Nordesia, suplemento cultural del Diario de Ferrol

Una obra maestra del terror decimonónico


Dice el que fuera Premio Nobel de Literatura en 1947, André Gide, en el prólogo de una edición cien años posterior a la publicación de este libro –y que ahora recoge acertadamente Nórdica Libros– que no entiende cómo “Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado”, del escocés James Hogg, había pasado hasta entonces tan desapercibido a los ojos de buena parte de la comunidad literaria, pues, añade, “hace mucho que no me había sentido tan cautivado, tan voluptuosamente atormentado por un libro”. Efectivamente, hay elementos en la obra del llamado “pastor de Ettrick” –poeta fundamentalmente e íntimo amigo de Walter Scott, admirado por Byron – que hacen de estas “Memorias...” una novela imprescindible, por la multifocalidad –la misma historia contada desde tres puntos de vista, por el editor, por un observador y por el propio protagonista– por la intención del autor de que fuera tomada por un episodio real cuando no es sino ficción sobrenatural, en la línea del terror gótico, y por el tratamiento que hace de la figura del doble –la doble personalidad– , origen de una atmósfera inquietante
que linda, rebasa por momentos, en brillantez con otros ejemplares del género que corrieron mejor suerte “pública”, como muchas cosas de Poe y el “Dr. Jekyll y
Mr. Hyde” de Robert L. Stevenson. Hogg, que publicó la novela en 1824, sitúa la
trama a finales del XVII y comienzos del XVIII en Escocia, país que vive en pleno fervor “reformista” –religiosamente– y donde empiezan a surgir sectas que llevan sus principios a los extremos. Fruto de este fanatismo es el protagonista e hilo conductor de la trama, que con el paso de las páginas va exhibiendo un deterioro instigado por un “nuevo amigo” que lleva al límite los ya de por sí exagerados postulados de una doctrina reservada sólo para unos pocos: la “justificación por la gracia”, según la cual los elegidos por Dios no pueden pecar y los actos perversos que comentan no serán nunca castigados ni mal vistos por Él, sea cual sea su naturaleza–. Todo comienza con el matrimonio de uno de los terratenientes más poderosos del país y una mujer de procedencia urbana, más liberal él y profundamente fundamentalista ella. Esta contradicción conyugal se produce ya desde el primer momento, con el odio declarado de la mujer al hombre por su actitud arreligiosa. Estas diferencias llevan a la separación, eso sí, después de dar a luz a dos hijos, George y Robert; el primogénito vivirá y se educará con su padre y una amiga de éste; el hermano menor lo hará con su férrea madre y un sacerdote sectario. Los hermanos crecerán sabiendo que el otro existe pero sin verse jamás. Hasta que un día se encuentran y ahí comienza una relación tormentosa que acabará con la muerte por asesinato de George en un callejón de madrugada y la investigación que la compañera del padre de éste inicia para saber quién mató a su “hijastro”. En la segunda parte, la que está contada por Robert, se observa el lento pero irremediable declive moral que esa filosofía de la “salvación por la gracia” le va provocando y, a la vez, cautivando al lector por la infinitud de recursos psicológicos de que Hogg hace gala para mostrarlo. J.G.

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