miércoles, 17 de diciembre de 2008

IMAGO PREMIOS NOTODO


Queridos amigos:

Os informo de que Imago, del Premio Nobel suizo Carl Spitteler es candidato a los Premios Notodo 2009. Podéis votar por este libro en esta web: www.notodo.com/premiosnotodo09

viernes, 5 de diciembre de 2008

LIBROS NAVIDADES II

Chavales del arroyo, escrita en 1955, es la primera novela de Pasolini y es la mejor puerta de acceso a su obra. Se trata de una extraordinaria crónica de la vida en los suburbios de Roma durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, y es una obra maestra —tanto por sus aspectos etnográficos como por los puramente literarios— que atrapa la atención desde la primera línea. Pasolini va retratando a personas cuyas vidas siguen una lógica periférica, ajena a las ilusiones tanto de las clases altas como del obrerismo tradicional. Además, la potente mirada del que sería después un gran cineasta recorre las casas y las calles de Roma, de manera que la ciudad es otro personaje, y muy importante, del libro.
Por todo esto, Chavales del arroyo es una obra clave de la literatura del siglo xx y en ella se encuentran las mejores aspiraciones del movimiento neorrealista italiano.

«Pasolini me estimula sobre todo como intelectual y como crítico. [...] En sus primeros films es muy elocuente la idea de que el Tercer Mundo empieza en los suburbios de Roma (presente también en sus novelas). Pasolini ha sido un gran mezclador de tradiciones culturales.»
Juan José Saer

lunes, 1 de diciembre de 2008

LIBROS NAVIDADES I

El capote, escrito por Nikolái Gógol entre los años 1839 y 1841, y publicado en 1842, nos presenta a uno de los más conmovedores personajes de la Literatura: Akaki Akákievich Bashmachkin, un funcionario de la escala más baja de la administración civil, que se ve ultrajado por las injusticias sociales y la indiferencia egoísta de los fuertes y ricos, y cuyo destino es el de ser un «hombre insignificante». Akaki, para protegerse del gélido invierno de San Petersburgo, necesita un capote nuevo, pero cuando por fin lo consigue seguirá notando frío, el frío gélido que habita en los corazones de las personas que le rodean.
Este maravilloso relato y su protagonista tendrán gran influencia en la literatura posterior: Herman Melville y Franz Kafka nos presentarán a Bartleby y a Gregor Samsa, dos personajes descendientes directos de Akaki.
Las ilustraciones, que harán que este libro sea inolvidable para lectores de todas las edades, son de Noemí Villamuza, quien ya ilustró en esta misma colección El festín de Babette.


«Todavía creo que existen grietas en la realización artística de la historia —si consideramos forma y contenido separadamente—; una grieta que no existe en El capote de Gógol y La metamorfosis de Kafka
Vladimir Nabokov

jueves, 20 de noviembre de 2008

PREMIO NACIONAL A LA MEJOR LABOR EDITORIAL 2008

Las editoriales Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso fueron galardonadas ayer con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, correspondiente al año 2008, “por su irrupción innovadora en el panorama editorial, que desde la iniciativa individual y desde distintos puntos de España, han sabido vincular edición, distribución y librería en torno al proyecto Contexto”. El Premio, que concede el Ministerio de Cultura, es de carácter honorífico y, por ello, no tiene dotación económica.

Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso crearon en abril de 2008 la asociación CONTEXTO con el objetivo de promover conjuntamente sus catálogos y desarrollar, a través de muy diversas iniciativas, otros proyectos relacionados con el mundo editorial. Unidos por su carácter independiente y por la creación de fondos editoriales muy cuidados, estos sellos se han propuesto tejer una amplia red (sus sedes radican en puntos tan alejados como Barcelona, Madrid, Sevilla y Cáceres) que establezca una relación más directa y fluida entre editores, lectores, libreros, bibliotecas y medios de comunicación.

Una de las primeras acciones de Contexto es la publicación de una revista bautizada con el nombre de la asociación, Contexto, de distribución gratuita en librerías y bibliotecas cuyo número 2 aparecerá la primera semana de diciembre.

VINOS Y LIBROS


Vinos y libros: dos pasiones compartidas por la librería Cálamo, la vinatería El rincón del arpa y la editorial Nórdica Libros.
Tenemos el placer de ofrecerle unas elegantes cestas de navidad compuestas por caldos seleccionados por su calidad y libros de gran literatura y hermosa presencia.
Un regalo inolvidable… y diferente.

jueves, 23 de octubre de 2008

RESEÑA DE RAFAEL NARBONA

Reseña de Rafael Narbona en El cultural de El Mundo

Utópico y escéptico, visionario y bufón, espíritu libre e irreverente, Denis Diderot (Langres, 1713 - París, 1748) apeló a la razón para combatir el fanatismo político y religioso, pero su pasión clarificadora no le impidió cultivar el humor y la perplejidad, frustrando de raíz la posibilidad del dogmatismo. A diferencia de Rousseau, sus teorías sobre el hombre y la Naturaleza nunca pretendieron trascender los límites del saber provisional, mero esbozo que prefiere el apunte a la obra definitiva, donde ya no hay espacio para la duda. El sobrino de Rameau es la novela de un libertino acechado por el moralismo ilustrado. Al igual que Platón, Diderot escoge la forma literaria del diálogo con sólo dos interlocutores; en realidad, dos pronombres que asumen la identidad de un filósofo y un loco. Es un juego que podría interpretarse como un diálogo entre el yo racional y el instinto impersonal. El yo racional cultiva la ética estoica, que acepta el infortunio como necesidad. El instinto es clarividencia desinhibida, que reclama con ferocidad su derecho a gozar, sin reparar en el otro. El otro no existe cuando interviene el deseo. Sólo es el objeto donde se consuman las fantasías.

Con un estilo directo y descarado (“mis pensamientos son como rameras”), Diderot realiza pequeñas incursiones en los grandes temas de su época: la ciencia, la educación, el gobierno democrático, el genio artístico y político. Los argumentos son predecibles; los del loco constituyen un atentado contra la razón y las buenas costumbres, mostrando una obscena proximidad con la antimoral del marqués de Sade. Como filósofo ilustrado, Diderot parece un Sócrates de escasa inspiración. Es mucho más convincente cuando elogia la mentira, el egoísmo o los placeres elementales –“lo importante es ir tranquilamente, libremente, agradablemente, abundantemente cada noche al retrete”–. Hay que “besar el culo a la nobleza” para vivir sin sobresaltos. El poder siempre se muestra benévolo con los aduladores. Nada más inútil que la virtud. No hay que desperdiciar la oportunidad de fornicar, embriagarse o comer hasta el hartazgo. El vómito provocado es un arte que garantiza la posibilidad de no renunciar a ningún manjar.

El loco desprecia la inteligencia. Sólo reconoce la autoridad del vientre y los genitales, siempre hambrientos de placer. La hipocresía es una gran cualidad, pero hay que esconderla para asegurar sus ventajas. El insolente es un necio; el hipócrita un sabio, que ocupa un lugar en el mundo con la fuerza intimidatoria de “una majestuosa verga entre dos cojones”, es decir, sobresaliente como una torre sostenida por la simpleza de los idiotas. El loco sólo admite un límite, que le separa de Sade. El placer sexual no debe ser temerario. Una amante furiosa puede ser tan letal como la abstinencia no deseada.

Angélica Liddell (Figueres, 1966) prolonga las reflexiones del loco, atribuyéndole el juicio que le niega la sociedad. En la misma línea que Foucault, la locura no es tan sólo una patología clínica –dolorosamente real–, sino una figura simbólica que impugna con sus actos ilógicos –absurdos y no previsibles– el orden social. Tanto en su magnífico estudio del texto de Rousseau como en su obra Perro muerto en tintorería, Liddell identifica el poder y la razón con el ano, el orificio que muestra la podredumbre del mundo. Las palabras sólo falsifican la realidad. Son un poderoso tirano que ha inventado la gramática para encubrir su arbitrariedad. Sólo la destrucción de la gramática y el significado podrá subvertir una sociedad que excluye y margina. Liddell no ofrece ninguna utopía. Su inconformismo se expresa como rabia: “Soy un puto resentido y un puto inadaptado. Soy un puto autor que hace de perro por una puta vez en su vida”. Bajo ese nihilismo, se escucha el lamento de los desheredados, que ya no se conforman con heredar la Tierra, sino que anhelan incendiarla para hallar consuelo a un dolor tan antiguo como el mundo.

sábado, 11 de octubre de 2008

EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA

Artículo de Javier Rodríguez Marcos en El País sobre El premio Nobel de Literatura de Kjell Espmark.

Los 10 millones de coronas (un millón de euros) del Premio Nobel de Literatura de este año tienen, ahora mismo, cinco posibles destinatarios. Esta tarde, a la una, Horace Engdahl, secretario de la Academia Sueca, sacará al mundo de dudas. ¿Mario Vargas Llosa, Milan Kundera, Philip Roth? ¿El sueco Per Olof Enquist, como dice una encuesta alemana, o ninguno de ellos? No más de cinco ya, en todo caso. Son los que han pasado una criba que se inició hace un año.

En cuanto se conoce un ganador, la Academia pide nuevos candidatos a cerca de 700 personas e instituciones de todo el mundo. Así, 200 nombres pasan a ser objeto de estudio por parte del Comité Nobel, un grupo de cinco miembros encargado de reducir la lista a otros tantos autores. Son los que antes del verano quedan en manos de los 18 académicos (17 este año; hay una vacante), que deciden quién engrosa un palmarés que en 1901 inauguró el francés Sully Prudhomme.

La semana pasada, además, el propio Engdahl caldeó el ambiente con unas declaraciones en las que afirmaba que Europa, y no Estados Unidos, "sigue estando en el centro del universo literario mundial". Un capítulo más en una trayectoria de audacias, suspicacias y errores a la que Kjell Epsmark ha dedicado El Premio Nobel de Literatura. Cien años con la misión, un libro sin desperdicio que la editorial Nórdica publicará en España en los próximos días. Epsmark sabe de lo que habla: es académico desde hace más de 20 años y en los ochenta fue presidente del Comité Nobel. Eso sí, sobre los cientos de documentos -informes, contrainformes, listas, cartas- que el premio produce pesa un secreto de medio siglo. Por eso se pudo saber hace dos años cómo se coció en 1956 el galardón a Juan Ramón Jiménez. Alfonso Alegre lo ha contado en Crónica de un Premio Nobel (Residencia de Estudiantes).

En El Premio Nobel de Literatura, Espmark ha resumido más de un siglo en casi 400 páginas llenas de grandes gestos y pequeñas miserias.

- Un testamento. Epsmark insiste en que la historia de la distinción literaria más importante del mundo es casi la de "un intento de interpretación de un testamento poco claro". El del propio Alfred Nobel, que antes de morir en 1896 dictó una cláusula específica para el galardón de letras: que se concediera a quien hubiera producido "lo mejor en sentido ideal". Los dolores de cabeza vinieron siempre de la palabra ideal.

- El candidato perfecto. La Academia Sueca tenía un siglo largo cuando recibió el encargo de gestionar el premio. Era un reducto conservador, de ahí que varios miembros votaran en contra de aceptar la donación de Nobel. De ahí también que la traducción que durante más de una década se manejó para ideal fuera Dios. Así, Tolstói y Zola fueron descartados por heréticos y pesimistas. El "candidato casi perfecto", dice Epsmark, era el británico Rudyard Kipling. Abanderado de la fe, las leyes y la disciplina, ganó en 1907.

- El Nobel global. Consciente de que la literatura iba por un lado (la ruptura) y el Nobel por otro (la tradición), la Academia se renovó después de las incertidumbres de la Primera Guerra Mundial para, en los años treinta, interpretar ideal como popular. Fue el momento de grandes éxitos estadounidenses como Sinclair Lewis y Pearl S. Buck. La Segunda Guerra detuvo el premio durante cuatro años pero marcó el momento de compensar a los innovadores (Gide, Eliot, Faulkner). Los setenta, entretanto, asentaron unos criterios de utilidad que duran hasta hoy. Aparte de la calidad, que se presupone, el galardón debe señalar géneros literarios, idiomas o ámbitos culturales tradicionalmente postergados. Llegaba el Nobel global y se abría la puerta a Asia y África. Y a las mujeres, sólo 11 en 106 años de historia. Cinco de ellas en las últimas dos décadas. La más reciente, Doris Lessing, en 2007.

- El escritor del año. Aunque ahora el Nobel premia toda una carrera, sus estatutos piden que se valoren los trabajos realizados "durante el año anterior". También la idea de literatura es elástica. Lo han ganado historiadores (Theodor Mommsen), filósofos (Bertrand Russell) y hasta políticos (Churchill). Eso sí, Freud fue rechazado por científico. En los años setenta, la Academia dejó por escrito que su premio no era al mejor escritor del mundo -"algo así no existe"-, sino "a uno muy bueno".

- Los españoles. El cuarto Nobel de la historia fue, en 1904, para José Echegaray. Luego vendrían Benavente, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre y Camilo José Cela. En Vicente Aleixandre se premió a la generación del 27 en el momento, 1977, de la llegada a España de la democracia. Se pensó en que lo compartiera con Alberti para atender al exilio, pero pesó más el papel del primero como maestro de los jóvenes.

Candidatos españoles hubo más. El más firme de todos ellos, Benito Pérez Galdós. También, Ortega y Menéndez Pidal. El catalán Àngel Guimerà, candidato en 1919, fue rechazado para no ofender a los castellanohablantes.

- Los rechazos. Joyce e Ibsen pagaron su audacia ante una Academia tradicionalista, y Paul Valéry fue el eterno finalista en los treinta. En 1945 se lo iban a dar pero murió. Unamuno era firme candidato en 1935 y ese año no hubo Nobel. Sartre jugó, en 1964, el papel contrario: rechazó el galardón. Luego reclamó el dinero.

- Los políticos. La I Guerra Mundial llenó el palmarés de escandinavos. Así, un premio marcadamente franco-alemán evitaba alinearse. Las lenguas minoritarias siempre han sido un tema peliagudo, pero Espmark recuerda que a veces fueron decisivas traducciones hechas en edición de 18 ejemplares. Lo mismo que Pasternak (1958), Solzhenitsin (1970) o Brodsky (1987) levantaron ampollas en la URSS, Gao Xingjian las levantó en China en 2000. La Academia no responde a las quejas oficiales. En palabras de su secretario: "Con las decisiones del premio pasa como con los besos, no hay que pedir permiso antes ni disculpas después".


martes, 30 de septiembre de 2008

BLANCA ORTIZ: PREMIO DANÉS DE TRADUCCIÓN 2008


El Comité Literario del Consejo de las Artes de Dinamarca otorga el Premio Danés de Traducción a la traductora española
BLANCA ORTIZ OSTALÉ.

Este año se hace entrega del Premio Danés de Literatura por quinta vez. El Premio se concede a un traductor o a una editorial que haya realizado una sólida contribución a la difusión de la literatura danesa más allá de las fronteras de Dinamarca.
En 2008, el Premio se concede a España, en concreto a la traductora española Blanca Ortiz Ostalé. Ella ha traducido a autores clásicos daneses como Hans Christian Andersen, Henrik Pontoppidan y Johannes V. Jensen; ha traducido también textos teatrales y guiones de cine, así como literatura danesa actual de, entre otros autores, Christina Hesselholdt, Ida Jessen y Christian Jungersen.
No sólo a través de sus traducciones de gran calidad, sino también como docente, Blanca Ortiz Ostalé realiza una importante labor como mediadora de la lengua, la cultura y la literatura danesa en España.
El Premio Danés de Traducción será entregado por el Ministro de Cultura de España, Sr. D. César Antonio Molina, en LIBER en Barcelona el próximo 8 de octubre de 2008 en el acto de Entrega de los Premios del Ministerio de Cultura a los Libros Mejor Editados, Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles y Mejores Encuadernaciones Artísticas.

El Premio Danés de Traducción, que asciende a 15.000 €, fue creado por el Comité Literario del Consejo de las Artes de Dinamarca en 2004. Anteriormente, el Premio ha sido concedido a Gisela Perlet (2004, lengua alemana) y Gerard Kruisman (2005, lengua holandesa). En 2006, el Comité Literario del Consejo de las Artes de Dinamarca decidió conceder un premio extraordinario al traductor checo Frantisek Frölich. En 2007 el Premio fue concedido al editor y traductor estadounidense Alexander Taylor (lengua inglesa).

Copenhague, septiembre 2008

lunes, 15 de septiembre de 2008

NOVEDAD: EL SOBRINO DE RAMEAU

Denis Diderot: El sobrino de Rameau (Traducción de Ana María Patrón) / Angélica Liddell: Perro muerto en tintorería

Angélica Liddell
Premio Valle-Inclán de Teatro 2008

Publicamos juntas estas dos obras porque comparten el mismo espíritu: el análisis y la crítica de la sociedad de su tiempo con el bufón como personaje central. La primera, El sobrino de Rameau, es la obra más importante de Diderot que escribió durante veinte años y que no publicó en vida. Schiller la descubrió y Goethe, entusiasmado con la obra, decidió traducirla al alemán. A través del diálogo que se establece entre el filósofo y el sobrino del músico, Diderot realiza un demoledor ataque a la corrupción social de la Francia del siglo xviii previa a la Revolución así como de la cobardía de quienes criticaban a los creadores de la Enciclopedia.
Perro muerto en tintorería es un potentísimo texto dramático de Angélica Liddell (autora, directora y actriz) que, con El sobrino de Rameau de fondo, plantea los problemas derivados de un hipotético mundo futuro en el que la única posibilidad que queda para vivir como una persona con todos sus sentimientos es la autodestrucción. Angélica Liddell señala: «De la filosofía me interesa que se plantean cuestiones amorales para alcanzar conclusiones morales [...] He intentado ser muy radical para generar un auténtico conflicto en el espectador».

jueves, 4 de septiembre de 2008

RESEÑA EN EL CULTURAL

Reseña de La boca pobre en el suplemento El Cultural de El Mundo, por Rafael Narbona

Más que un país, Irlanda es una pasión, asociada a la rebeldía nacionalista, las filigranas pugilísticas, las borracheras al límite del delirium tremens y una picaresca necesaria para sobrevivir al hambre y el desempleo. Flann O’Brien (Strabane, 1911 - Dublín, 1966), seudónimo de Brian O’Nuallain, escribió en gaélico su segunda novela, La boca pobre (1941). El título es una expresión popular que refleja la tendencia a insistir en la propia miseria para estimular la solidaridad ajena. Lejos del fervor patriótico, O’ Brien ironiza sobre la conciencia de un pueblo orgulloso de sus raíces (“Nunca habrá nadie como nosotros”), pero que cultiva la autocompasión. Mezclando el lenguaje arcaico y el contemporáneo, reemplaza la figura idealizada del campesino irlandés por otra menos complaciente. Entre el oportunismo y la impostura, el narrador evoca su vida al filo de la muerte, con el propósito de legar un testimonio sobre una lengua y una cultura maltratadas por la historia.

Desde el nacimiento, las calamidades se abaten sobre James O’Donnell, versión anglófila de Bonaparte, hijo de Miguel Ángel, hijo de Peadar y un largo etcétera que caricaturiza los interminables linajes de la Irlanda rural. Bonaparte crecerá rodeado de cerdos y gallinas, soportando la pestilencia y el hacinamiento de una de esas casas ruinosas situadas al borde un paisaje, donde se encuentran –como en la fábula platónica– la Belleza y la Necesidad. Sólo es real la miseria, pues hay miles de casas que presumen de un enclave semejante. La memoria del narrador sólo recoge estereotipos. La visión paródica inspira todo el relato. Los irlandeses no saben contar historias, pues siempre aplazan los hechos para un futuro que jamás acontece. “Ya lo contaré más adelante”. La promesa siempre queda incumplida, no por mala voluntad, sino por una incontrolable inclinación hacia el desorden.

La peripecia de James O’Donnell muestra una innegable analogía con la sucesión de infortunios de los personajes de la picaresca española. Las desgracias parecen responder a un destino, pero en realidad todo es fruto del azar: “si se tira una piedra no se sabe con antelación donde caerá”. O’Brien no respeta nada. Las sociedades creadas para estudiar el gaélico realizan grabaciones ininteligibles, seleccionando como interlocutores a un cerdo y a un viejo borracho. La aspereza con el propio idioma recuerda la ira de Unamuno al enjuiciar el euskera. No hay más indulgencia con la mitología tradicional: la silueta del Gato de Mar, terrorífica bestia legendaria, coincide con la de Irlanda sobre el mapa.

La boca pobre es una pieza satírica que reúne todas las cualidades del género: crueldad, irreverencia, ingenio, retruécanos intraducibles (conviene recordar la excelente traducción del gaélico original), una prosa afilada, reticente a divagaciones poéticas o elucubraciones filosóficas. Una lectura altamente recomendable para los que aún sucumben a la tentación del nacionalismo, atribuyendo al idioma y al mito cualidades sobrenaturales. No es una casualidad que uno de los expertos en gaélico viaje a Berlín para mostrar sus grabaciones. Sin embargo, no siempre se cumple lo que nos dice Aristóteles al inicio de la Ética a Nicómaco: “La amistad es hermosa, pero es más hermosa la verdad”. En el caso de Irlanda, el espíritu demoledor de O’Brien se enfrenta a la poesía de John Ford, que en Un hombre tranquilo (1952) nos regaló algo a lo que es difícil renunciar: el ensueño de un país arcaico, apasionado e irracional. Los formidables puñetazos de John Wayne y Victor McLagen representan esa clase de mentira sin la que el ser humano no puede respirar. O’Brien se identificaba con el sentido común protestante. Tal vez no era un verdadero irlandés.

Rafael NARBONA

miércoles, 3 de septiembre de 2008

DÍA DE SUECIA


Hoy se celebra en la Expo de Zaragoza el día de Suecia. Con motivo de este acontecimiento estamos presentando el libro Agua y otros cuentos del escritor sueco Torgny Lindgren.

Además, hemos reeditado otro libro de este magnífico autor, Betsabé (Premio Fémina Étranger).

sábado, 9 de agosto de 2008

AGUA: DÍA DE SUECIA EN LA EXPO DE ZARAGOZA


El próximo día 3 de septiembre se celebra en la Expo de Zaragoza el día de Suecia. Coincidiendo con esa fecha saldrá a la venta el libro Agua y otros cuentos, del escritor sueco Torgny Lindgren.

Así empieza el cuento que da título al libro:



Agua

A la Diputación provincial de Ume.

Hay agua que es fría y densa como la piedra, no puedes beberla, y hay agua que es tan ligera y floja que no sirve de nada beberla, y hay agua que palpita cuando la bebes provocando escalofríos, y hay agua que es amarga y que sabe a sudor, y algunas aguas están, por así decirlo, como muertas, las arañas de agua se hunden en ellas como si fuesen aire. Sí, las aguas son casi como las arenas de la playa, son incontables.
Por lo tanto ese papel que ustedes nos han mandado de la Diputación para que les contemos cómo andamos de agua, no vale para nada, el agua no cabe en dos líneas, si uno ha vivido setenta años como yo he vivido sabe tanto sobre el agua que la Diputación quedaría ahogada bajo tanto conocimiento.
Así es que no cuento todo.
Cuando nos mudamos aquí a Kläppmyrliden, le compramos la casa a Isak Grundström, tenía seis hijos y le parecía demasiado pequeña, nosotros, Teresia y yo, no teníamos hijos, llevábamos cinco años de casados, Isak Grundström se iba a mudar a Bjurträsk a trabajar en el aserradero, entonces nos engañó en lo tocante al agua.
Estuvimos aquí en marzo viendo la casa y preguntamos: Cómo está lo del agua.
Bien, dijo Isak Grundström. Siempre hemos tenido agua.
Y fuimos con él hasta el pozo, por el sendero que había en la nieve, detrás del cobertizo, y echó el pozal al pozo, era bastante profundo, veinticinco pies dijo, y se oyó cuando el pozal dio en el agua y luego Grundström movió la cadena para que el pozal se llenase bien y luego lo subió y era un agua clara aunque ligeramente amarillenta. Y cogí el cazo y la probé.
Bien, dije. Aunque casi tiene como un olor a humo. Y un sabor a aire. Yo diría que me recuerda el sabor del agua del deshielo.
Y entonces él cogió el cazo y bebió.
Sabe a roca, dijo. Se nota que es agua de pozo.
Sí, dije. O agua de deshielo.
No, dijo. Agua de pozo.
Pero por qué ponernos a discutir sobre el agua, en todo caso era agua, entonces dije:
El agua nunca les sabe igual a dos personas.
Aquí en Kläppmyrliden nadie se ha quejado nunca del agua, dijo.
Es como una costumbre esto del agua, dije. Cuando uno ha bebido un agua cierto tiempo entonces tiene el cuerpo como lleno de esa agua. Y después uno ya no siente su sabor.
Así es que compramos Kläppmyrliden.
Pero el primer invierno que vivimos aquí, hacia la Candelaria, el pozo se secó.
Y preguntamos a la gente, a los vecinos, cómo podía ser que el pozo se hubiese quedado vacío. El año pasado cuando estuvimos aquí para ver la casa había agua. Y además Isak Grundström nos dijo que nunca se secaba.
Ese pozo se seca todos los inviernos, dijeron los vecinos. Y algunos veranos secos.
Y hasta nos dijeron:
Por eso se marchó Isak Grundström. Por el agua.
Pues el año pasado tenía agua, dije.
Qué va, dijeron. Pero Isak Grundström sabía que le ibais a preguntar por el agua. Así es que llenaron el pozo antes de que vinieseis, fundieron nieve en el caldero de la colada, tres días estuvieron trajinando con el agua, la llevaron en cubos hasta el pozo, Isak y Agda y los seis hijos.
Así es que llenaron el pozo de agua de nieve derretida, dije.
Sí.
Así nos engañaron.
Aunque en realidad yo comprendía a Isak Grundström, nunca hubiese podido vender Kläppmyrliden si hubiese dicho que tenía el pequeño pero de que el pozo se secaba en febrero, y aun así fue de milagro que logró venderla.
Y a nosotros nos bastaba, solo éramos Teresia y yo.
Primero lo intenté en el manantial de Kläppkallkällan, está en el bosque a solo un kilómetro, pensé que podríamos llevar el agua hasta casa, y perforé el hielo con un pico, pero el hielo terminaba en fango, el manantial no era más que una capa de fango helado hasta el fondo.
Después no nos quedó más remedio que coger nieve y fundirla en el caldero de la colada. Era un agua algo amarillenta, y tenía como olor a humo y sabor a aire.
Y dije: En el verano cavaré algún pie más en el pozo.
Y así lo hice. En mayo volvimos a tener agua, antes de San Juan vaciamos el pozo sacando el agua con pozales y me fabriqué una escalera de veinticinco pies para poder bajar y seguir cavando, seguro que cavé más de dos pies, y Teresia me ayudaba subiendo con el pozal lo que yo cavaba, era arena arcillosa, y manó agua, tanta que casi no podía seguir cavando. Y dije:
Ya nunca nos quedaremos sin agua.
Y ese invierno nos las arreglamos hasta el domingo de ayuno. Pero luego se secó. Así es que seguimos derritiendo nieve hasta la Semana Santa, entonces llegó el agua del deshielo.
Por cierto que era un agua buena, el agua del pozo, era clara aunque quizá un poco dulzona.
Y cuando llegó el verano, volví a cavar.
No era muy difícil de cavar, bastaba con el pico y la pala. Y pasó lo mismo que el verano anterior, manó de tal manera que tuve que trabajar chapoteando en el agua todo el tiempo y eso que Teresia la sacaba a pozales sin parar.
Pero no había cavado más de un pie cuando llegué a la roca, la roca primigenia. Y pensé: No puedo seguir, esta vez se acabó. Pero voy a continuar cavando hasta dejarlo limpio, hasta dejar la roca limpia de forma que el pozo tenga el fondo como el suelo de un salón, y la limpié con las manos para que no quedase ni un puñado de tierra o de barro, y cuando lo estaba haciendo sentía la roca en las manos como si fuese hielo, debía de haber un agujero en algún sitio, había una grieta en la roca exactamente igual que suele haber en el hielo que cubre los lagos, y tuve la mala suerte de abrir esa grieta, y el agua que se había acumulado alrededor de los pies desapareció, el pozo se secó en un instante, fue como si la roca absorbiese ávidamente el agua, hasta se oyó un chasquido como cuando se descorcha una botella, y no quedó ni siquiera el rastro que puede dejar el rocío.
Pero Teresia dijo:
No puedes hacer más, no es culpa tuya. En lo tocante a la profundidad no hay persona que pueda saber qué es lo adecuado. Dónde hay que parar de cavar.
Así es que después nos quedamos completamente sin agua.
Y no tuve más tiempo de cavar aquel verano.
El verano es breve, como la caída de una estrella fugaz.
Aquel invierno traíamos el agua de Kläppkallkällan y cuando el fondo se quedó helado derretimos nieve en el caldero de la colada.
Y yo le hice una especie de yugo a Teresia para que pudiese traer dos pozales a la vez, le di la forma de la nuca y los hombros para que no le hiciese daño innecesariamente, ni rozaduras, y Teresia me dijo que aquello era como una bendición, el yugo.
Si hubiésemos tenido hijos ellos podrían haber acarreado el agua.
Pero ninguno de nosotros dijimos nada sobre ello, no podíamos tener hijos, el yugo de la esterilidad es algo muy duro de soportar. Más pesado aún para Teresia.

Cuando volvió a ser verano cavé junto a la leñera, Teresia sacaba los pozales de tierra, cavé dieciocho pies, entonces llegué a la roca, y ni una gota de agua, ni siquiera estaba húmeda la tierra.
Y le dije a Teresia:
Este ladera es todo roca, un montón de tierra seca, es como el desierto de Sin.
Aunque allí en las Escrituras dice algo sobre los manantiales de las grandes profundidades, dijo Teresia.

viernes, 25 de julio de 2008

TEATRO EN LA CADENA SER

Ricard Ruiz recomienda en Hoy por Hoy, en la Cadena Ser, Comedia onírica / La noche de las tríbadas de August Strindberg y Per Olov Enquist.

jueves, 10 de julio de 2008

NOVEDAD: EL DIFUNTO MATÍAS PASCAL

Publicada en 1904, El difunto Matías Pascal supuso un giro en la narración costumbrista de la época y anticipó un tipo de relato en el que lo fundamental es el estudio psicológico del personaje, lo que luego sería una norma continua en el teatro de Pirandello.
Un día Matías Pascal se va a Montecarlo huyendo de sus circunstancias: una suegra que lo martiriza, deudas crecientes y un trabajo que no le satisface. De repente ocurrirá un extraordinario suceso que le dará la oportunidad de liberarse. A partir de entonces será otra persona...
Como todas las grandes novelas, El difunto Matías Pascal acepta múltiples lecturas: en ella se puede ver desde una hilarante farsa a un profundo estudio de la soledad humana vista por un hombre sin identidad ni pasado, que decide reconstruir su vida empezando desde cero. En última instancia, Pirandello nos muestra con virtuosa sencillez la esencia tragicómica del ser humano, cuando es despojado de la máscara que lo acompaña siempre.

«Son tres los escritores que han atravesado nuestro siglo, dando su nombre a nuestras inquietudes, ofuscaciones, aprensiones... esos tres escritores se llaman Pirandello, Kafka, Borges.»
Leonardo Sciascia

jueves, 3 de julio de 2008

El hombre es un zorro para el hombre

Artículo de Elena Cabrera en ADN.es

En la música de Sigur Rós se puede escuchar la nieve. El tempo de las canciones de este grupo islandés es tan contenidamente lento que inunda al oyente como una avalancha blanca silenciosa. Su música es la nave en la que llega el gran frío y su desembarco, quién sabrá porqué, se convierte en un tsunami ardiente.

El lector aficionado a la música entenderá, al leer El zorro ártico, que este sentimiento islandés en torno al silencio, la intensidad y el frío no es propio de Sigur Rós, ni tampoco de Sigurjón -nombre real del autor, Sjón- sino de la esencia de todos esos 117.000 insulares.

El estilo de la escritura de Sjón a lo largo de este libro, que fue merecedor del prestigioso Premio de Literatura del Consejo Nórdico en 2005, zigzagea al igual que la historia que nos cuenta: la lucha entre el zorro y el hombre que le quiere dar caza.

Sjón es un narrador que viene siendo poeta y escritor de letras de canciones. Suyas son clásicos de su amiga Björk como Isobel,Bachelorette u Oceania. Ya en los tiempos del anterior grupo de la cantante, The Sugarcubes, Sjón coescribió la canción Luftgitar e incluso cantó en ella con el pseudónimo Johnny Triumph y apareció en el vídeoclip cantando y bailando (ver vídeo).

La fama internacional le llegó a Sigurjón Birgir Sigurdsson como coautor de las canciones de la película de Lars von Trier Bailando en la oscuridad. Una de ellas, I've seen it all, estuvo nominada al Oscar a la mejor canción en 2001, pero se lo arrebató Bob Dylan.

La editorial Nórdica -"pronto llegará la nieve, se siente en el aire", les gusta decir- propone El zorro ártico como la obra "perfecta para adentrarse en la literatura de los países nórdicos". Utiliza elementos y personajes propios de las leyendas populares del siglo XIX, como el cura rural -el pastor Baldur Skuggason, en este caso- o el zorro, "único depredador de la isla y el único mamífero que habitaba esas tierras antes de la colonización nórdica de finales del siglo IX", explica el traductor, Enrique Bernárdez, en el epílogo.

En este libro aprendemos más allá de la cacería. De la muerte, la crueldad, la supervivencia, los secretos y el aislacionismo. "Ese hombre quiere cazar", nos advierte el zorro de Sjón.

sábado, 21 de junio de 2008

DESEMBARCO NÓRDICO

Artículo de Elisa Silió en El País, Babelia


En la enigmática y aislada Islandia, una de cada diez personas publicará un libro a lo largo de su vida. En una Noruega bañada en oro negro, un novelista puede recibir un sueldo vitalicio. En Suecia, ya en 1900, el proletariado organizó su propia red de bibliotecas, convencido de que la educación era la mejor arma frente al poder. Los finlandeses compran de media diez libros al año; y en Dinamarca editar nunca es una ruina porque el Estado compra ejemplares para todas las bibliotecas públicas. Si además se tiene en cuenta que el analfabetismo desapareció en los cinco países escandinavos hacia 1850, no es de extrañar que su producción literaria sea extensa y de calidad.

Al contrario que Francia, que sucumbió a la literatura nórdica contemporánea en los setenta, España le ha dado hasta ahora la espalda, con excepciones como El mundo de Sofía, del noruego Jostein Gaarder -el libro más vendido por Siruela en su historia, más de un millón de ejemplares en 66 ediciones-, o las peripecias del investigador Kurt Wallander, del sueco Henning Mankell, libro que tiene ya en sus estantes un millón de familias. Pero el panorama está cambiando. Los éxitos de Mankell han inundado las librerías de otros títulos escandinavos de similar perfil y, en paralelo, se están editando libros de los que se espera una difusión más modesta y cuyas traducciones al castellano han sido sufragadas por estos países. Basta con contar con los derechos de autor y un currículo editorial para conseguir esta ayuda. "Son conscientes de que con las traducciones se abre un mercado de 400 millones de hispanoparlantes", explica el traductor Francisco J. Uriz.

Este programa tiene casi diez años, pero es ahora cuando las editoriales han recogido el guante con sorprendentes resultados. En 2008 saldrán al mercado quince títulos daneses, una cifra similar de suecos y noruegos, dos islandeses y uno finlandés. Y lo que es más esperanzador para sus intereses, quien se anima a publicarlos repite. Es el caso de Lengua de Trapo, que cuenta en su catálogo con tres noruegos: Kjell Askildsen, Dag Solstad y Kjartan Fløgstad. "Es un proceso lógico. Todos se conocen, comparten generación, se citan...", explica Rocío de Isasa, editora de la colección Otras Lenguas de este sello, que se estrenó con unos cuentos noruegos en 2001.

En 1996 inauguraron su Biblioteca Nórdica en Ediciones de la Torre con una antología de cuentos escandinavos, a la que siguieron una poética y otra de relatos femeninos. "Fuimos pioneros, el problema es que no hemos sido capaces de comercializarlo", se lamenta José María Gutiérrez de la Torre, orgulloso de haber descubierto a Arto Paasilina en 1989 (El año de la liebre). El finlandés está hoy en la cartera de la poderosa Anagrama, que editó Delicioso suicidio en grupo en 2007, acaba de sacar en bolsillo El molinero aullador y adelanta que en otoño pondrá a la venta La dulce envenenadora. "La brutalidad de La naranja mecánica se transforma en Arsénico por compasión con unos pellizcos de Kaurismaki", se resume el argumento en su contraportada.

Muchas veces los editores no pueden leer los libros al desconocer la lengua y se fían de las recomendaciones de los traductores. "Es gente preparadísima. Muchas veces dan clase de literatura", piensa Diego Moreno, editor de Nórdica Libros. Para después del verano prepara tres títulos: Antología de cuentos de Torgny Lindgren, Antología poética de Harry Martinson y El improvisador, de Hans Christian Andersen. Raro es el traductor que no habla todos los idiomas escandinavos, salvo el finlandés, que tiene una raíz muy distinta. A Enrique Bernárdez nunca le asustaron sus grafías y pronunciaciones endiabladas. "Yo aprendí desde una vía muy natural. Estudié Filología Alemana, pero me dedicaba a la lingüística del inglés arcaico. Y como éste se parece al islandés antiguo, di el salto. Y claro, cómo no vas a pasar al islandés moderno y de ahí al sueco, noruego, danés, feroés...".

La comunión entre el hombre y la naturaleza es absoluta y evidente en estas literaturas. Comprensible en unas tierras conquistadas por frondosos e inquietantes bosques, lagos tenebrosos, nieves cegadoras y deslumbrantes fiordos. El escritor y de su mano sus personajes se sienten ante este paisaje insignificantes. Resulta imposible no mezclar lo imaginario con lo real. Así, en Islandia la leyenda dice que los elfos viven en el interior de las rocas y los ventosos acantilados noruegos son dioses petrificados. "Es complicado distinguir uno y otro cuando la naturaleza es tan apabullante. Cómo no van a desconcertar las auroras boreales, unas luces que cambian de color y de sitio en una noche en la que no se pone el sol", se pregunta Bernárdez, traductor de El zorro ártico (Nórdica), del islandés Sjón. En su prólogo, el filólogo descifra algunas claves del folclore de la isla de lava. Se aprende entonces que skuggabaldur es un hijo de gato y zorra que destripa el ganado y que toma su nombre del dios pagano de la luz (skugga) y de las sombras (baldur). La convivencia del mundo verdadero y mágico, prosigue Bernárdez, provoca que "explicaciones retóricas muy rebuscadas se entremezclen con giros coloquiales".

Un temor ante las fuerzas de la naturaleza que no casa con su mente cartesiana. Quizá por eso recurran a la ironía. En Cabeza de perro (Salamandra), de Morten Ramsland, Orejotas, siendo un niño, se pierde en el bosque una noche de auroras boreales y regresa horas después como adolescente. "Su ropa se había quedado pequeña y la sombra oscura que adornaba su labio superior no se iba ni con agua", se lamentaba en estas páginas su madre. En la patria de Ramsland, Dinamarca, el paisaje no es abrupto, sino domesticado y llano. "Lo que marca nuestra literatura es la falta de luz. Hay menos que en Suecia o Noruega porque tenemos menos nieve. De ahí la melancolía", relata Eva Liébana, profesora de Literatura Danesa en la Complutense.

Igmar Bergman no es un verso suelto. Escribir o rodar una película tiene un efecto terapéutico en una sociedad introspectiva que anhela la felicidad. Lideran las listas mundiales de quienes se sienten más afortunados pero, paradójicamente, en Finlandia el suicidio es "casi un deporte nacional", en palabras de un socarrón Paasilinna. "Muchos campesinos viven aislados en medio de sus tierras y no se comunican. Además, no pueden aliviarse a través de la confesión porque en el luteranismo no existe. Hay siempre un sentimiento de culpabilidad. Y aunque ahora las iglesias están vacías, sí se conserva esa mentalidad puritana y austera aunque mezclada con ironía", cuenta Kirsti Baggethun, agregada cultural de la Embajada noruega y cotraductora de muchos libros con Asunción Lorenzo.

Con esta melancolía están escritos los relatos ahogados por la rutina de Los perros de Tesalónica (Kjell Askildsen, Lengua de Trapo); Johannes Climacus, o De todo hay que dudar (Soren Kierkegaard, Alba), la evolución espiritual de un joven que quiere ser filósofo; Las maestras paralíticas (Gudbergur Gergsson, Tusquets), una atípica historia de amor; Caminar o el arte de vivir una vida salvaje y poética (Tomas Espedal, Siruela), un viaje por la literatura y la filosofía; Pudor y dignidad (Dag Solstad), en la que un profesor de secundaria busca sentido a su vida, y Tu mi tú (Christina Hesselhold), erotismo para expresar el ansia de existir, estos dos últimos en Lengua de Trapo.

Y en estas sesiones de diván literario, como es obvio, el peso de la familia es total. Por eso son muchas las novelas que reconstruyen la vida de varias generaciones, marcadas por oscuros secretos -no podía ser de otra manera entre introspectivos- y por su traumática relación con la Segunda Guerra Mundial. Con estos mimbres se escribieron Quien parpadea teme a la muerte (Knud Romer, Minúscula), El hermanastro (Lars Saabye Christensen, Maeva) o Grand Manila (Kjartan Fløgstad, Lengua de Trapo en octubre).

"Estos escritores anticiparon problemas que están sucediendo en nuestras sociedades hoy, como la crisis de la socialdemocracia, del Estado de bienestar", razona Moreno. Sin ir más lejos, en Muerte de un agricultor (Nórdica), del sueco Lars Gustafsson, el protagonista se quejaba en 1978 de que la región "estaba siendo tratada como una cantera de materias primas, una especie de despensa de la que se saca todo sin poner en ella nada".

Una denuncia social que sigue latente en las novelas de la región, incluidas las policiacas, aunque Mayo del 68 quede lejísimos. "Hay que utilizar los crímenes o los delitos como un espejo de la sociedad", dijo el pasado marzo Mankell en una entrevista publicada en este diario. En otoño llegará una nueva entrega, El chino (Tusquets). El asesinato brutal de 19 personas es el punto de partida. El sello catalán calienta motores publicando en bolsillo los casos de Wallander y Moriré, pero mi memoria sobrevivirá, una reflexión sobre el sida. Siruela es la encargada de sus creaciones para un público juvenil.

Pero hay que remontarse a 1965 para encontrar en el suspense el compromiso social. Durante diez años un matrimonio de periodistas, Maj y Per Söwall, revolucionó el género policiaco sacando las miserias del Estado de bienestar sueco. Diez libros que en orden cronológico publica RBA. Tres de ellos -El hombre que se esfumó, Roseanna y El hombre del balcón- ya han visto la luz junto a Petirrojo, de Jo Nesbo.

Un millón de franceses que ya saben que en Suecia no todo es almíbar gracias a la trilogía Millennium. En el primero, Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino), Stieg Larsson separa sus capítulos con cifras escalofriantes: en su país, el 46% de las mujeres ha sufrido violencia machista y un 92% de los abusos sexuales no son denunciados a la policía. La editorial planea sacar los otros dos tomos en 2009.

Larsson murió en 2004 y hay quien se plantea si fue asesinado por los grupos nazis que investigaba. Un rompecabezas que se queda corto en comparación con el expuesto por su compatriota Anders Leopold en Det svenska trädet skal fällas (El árbol sueco debe ser derribado) que no ha sido editado en España. En él defiende que el presidente Olof Palme murió en 1986 a manos de Roberto Thieme, el ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA) y yerno de Augusto Pinochet. El argumento no es kafkiano pues se basa en informes de los servicios secretos suecos.

Mucha novela negra ha sido escrita por mujeres que dedican espacio a los problemas cotidianos y humanizan a los personajes. De Anne Holt, ex ministra de Justicia de Noruega y reina de los bajos fondos junto a Mankell, es Crepúsculo en Oslo (Roca Editorial). Mientras, la joven Camilla Lackbërg convirtió La princesa de hielo en 2007 en un best seller y ahora repite con Los gritos del pasado (Maeva). Sobre los márgenes de la muerte habla la noruega Karin Fossum en Una mujer en tu camino (Mondadori), y acerca del dolor y la culpa, la danesa Ida Jessen en Lo primero que me viene a la cabeza (Lengua de Trapo), novela programada para octubre. Los hombres también tienen algo que decir. Christian Jungersen reflexiona sobre el origen de la crueldad en La excepción (Mondadori), mientras Kurt Aust sitúa en París la trama de La hermandad invisible (Destino).

Bassarai y Libros del Innombrable importan su poesía que, asimismo, influye en la española. Lo sostiene el poeta Carlos Pardo, que cada año invita a nórdicos a Cosmopoética, el festival de poesía de Córdoba: "Son los que más éxito tienen. La gente se asombra porque parecen muy elegantes pero son unos macarras". Los más elogiados, Aspenstrom, Tranströmer y Ekelot, que tienen su público entre los poetas de menos de cuarenta años. "Se leen, se comentan y se citan en antologías. No tanto por su lenguaje directo sino por su componente abiertamente político sin ser panfletario. Además, son capaces de crear unas imágenes vanguardistas pero naturales y nada recargadas". Un botón, los versos de Aspenstrom: "La sardina quiere que la lata se abra hacia el mar".

El desembarco continuará en otoño.

martes, 17 de junio de 2008

NOVEDAD: ABDÍAS

Con la publicación de Abdías queremos dar a conocer al lector español a uno de los más importantes escritores en lengua alemana, pero hasta ahora prácticamente desconocido entre nosotros. La obra que presentamos es una novela corta, género en el que destacó el escritor austríaco.
El libro nos cuenta, con el carácter y la forma de las narraciones bíblicas proféticas, las desventuras del judío Abdías. Increíbles saltos en el tiempo de la historia generan lo lapidario y lo lacónico de esta narración en torno a un personaje que inequí-vocamente reproduce la figura bíblica de Job. A pesar de ello, Abdías no es ningún Job moderno. Es una persona que sufre, que aguanta y soporta, y no porque sea un pecador, sino precisamente por lo contrario, porque es un hombre piadoso y honesto.
Esta nouvelle ha sido considerada una de las más hermosas de la literatura en lengua alemana y Thomas Mann llegó a decir que su autor era «uno de los narradores más singulares, más enigmáticos, más discretamente osados, más curiosos y más seductores de la literatura mundial».

lunes, 16 de junio de 2008

RESEÑA DE EL PROCESO EN SOLODELIBROS

Leer a Kafka no es agradable ni sencillo. De hecho, confieso sin ambages que, cuando he terminado algunas de sus obras, me he sentido perplejo e ignorante por mi incapacidad de aprehender el contenido de lo que había leído. Creo que Kafka era consciente de esa posible respuesta del lector y la asumía; incluso, tal vez, la perseguía en sus libros.
“El proceso” nos pone en una situación angustiosa y hostil: Josef K. es sometido a un proceso judicial por un hecho que desconoce, sin saber con certeza si alguien le ha acusado. Ese proceso es oscuro e impenetrable: K. está detenido, pero puede seguir llevando una vida normal; debe declarar ante un tribunal, pero no sabe cuándo ni dónde; incluso ese tribunal está formado por jueces y abogados especiales, extraños y enigmáticos, que parecen saber incluso menos del proceso que el propio K.
El desarrollo de la historia muestra la caída del protagonista en un pozo de miedo, de incomprensión y de culpa. K. se sabe inocente, pero no puede evitar dudar de sí mismo, de las acciones que llevó a cabo en su pasado, a lo largo de toda su vida. Su juicio, que al comienzo de la obra se le antoja injusto, termina por constituir el eje de su existencia: su trabajo y sus deseos pierden entidad ante el peso de ese proceso oscuro y abstracto que pende sobre él. Sus relaciones con los demás se degradan por ello, ya que K. termina por volverse cauto y desconfiado, y sólo puede ver a otras personas como posibles defensoras o enemigas acérrimas.
Kafka no aporta en “El proceso” ninguna pista que indique qué ocurre con exactitud; el lector desciende al abismo al mismo tiempo que K., partícipe inaudito de la situación. Lo que hace del libro una obra excepcional es la atmósfera que el autor fragua alrededor del protagonista. Josef K. nos es presentado como un ciudadano trabajador y capaz, consciente de lo erróneo de su situación y que, por eso mismo, se propone utilizar todo lo que esté a su alcance para evitar ese juicio que, de alguna manera, le deshonra y echa por tierra su buen nombre. Sin embargo, pronto la tenebrosa ignorancia acerca del verdadero devenir del proceso le sume en un estado nervioso, casi psicótico. De hecho, después de acudir a una primera vista, K. acude por voluntad propia al tribunal una segunda vez, partícipe ya de la oscura maquinaria burocrática y social que le ha atrapado en sus redes. No es una casualidad el que se sienta enfermo cuando respira el aire viciado de las oficinas del tribunal, en las que, sin embargo, los empleados pasan horas, incluso duermen.
Quizá la mejor definición para el asunto de K., para el propio libro, se halle en las palabras que un sacerdote le dice al protagonista durante su visita a la catedral: «La sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia.» Eso es lo que vamos experimentando a lo largo de la lectura: una sensación de angustia, de opresión, que de forma progresiva (e ineludible) se cierne sobre nosotros. Nada sabemos del proceso, como el protagonista, pero eso no obsta para que experimentemos en nuestra piel lo absurdo y surreal de un mecanismo imparable y terrorífico. La frase final, de hecho («fue como si la vergüenza debiera sobrevivirlo»), muestra la ineluctabilidad de su juicio, lo que tiene de universal, de connatural al hombre.
Ya digo que es difícil formarse una idea cabal del texto; no tanto por su contenido, que se abre a infinitas interpretaciones, sino por el terrible malestar que provoca y que deja tras de sí la lectura. (Algo, por cierto, que las ilustraciones de Bengt Fosshag, en esta edición de Nórdica, contribuyen a crear.) Cada uno de nosotros puede ver en ese proceso la encarnación de una cosa, o una persona, o un hecho; el miedo, la opresión, están abiertas a todo tipo de definiciones. Pero, aunque la exégesis sea imposible, no es menos cierto que, en realidad, no es necesaria. Poco importa explicar con exactitud lo que Kafka quería o no comunicar; poco importa extraer significados ocultos de su texto. Lo que sí importa —y eso hace de “El proceso” una lectura inigualable— es la inquietante sensación que pervive dentro de nosotros cuando soltamos el libro: Kafka nos acerca a una parte de nuestra humanidad malsana y repugnante (aunque lo haga de forma muy críptica), pero tangible. El conocimiento personal que podamos extraer de este viaje será ya otra historia…

jueves, 12 de junio de 2008

RESEÑA DE EL ZORRO ÁRTICO


Reseña de Pedro Telleria en Mugalari.

Ha sido más la curiosidad que mi nulo conocimiento de las letras islandesas lo que me ha llevado hasta El zorro ártico, una novela corta perfectamente escrita por Sjón, seudónimo de Sigurjón Birgir Sigurdsson, polifacético artista, también compositor, nacido en 1962 y que recibió en 2005 el Premio de la Literatura del Consejo Nórdico por esta obra. Escrita en primera persona y ambientada en la década de los ochenta del siglo XIX, cuenta la historia del pastor (religioso) Baldur Skuggason, un tipo cuya vida conocemos conforme avanza la narración. Explica su traductor, Enrique Bernárdez, que Sjón ha intercalado elementos populares
en su premiada obra, pero, tal como he dicho, no soy experto en la literatura de esa parte del mundo, por lo que me conformaré con
opinar sobre la novela desde los ojos de un lector colocado a unos tres mil kilómetros de distancia de su lugar de producción. Aconsejo leer este libro por, sobre todo, la rareza que entraña. No suele ser habitual ponerse en la piel de un cazador de zorros que avanza por los desolados paisajes islandeses en mitad de un temporal de nieve, ni mucho menos terminar de la mano de su protagonista envuelto en un alud que lo sepulta dentro de una cueva situada en el flanco de un glaciar. También es poco frecuente adentrarse en la vida de un poblado islandés, donde el oscurantismo religioso se anuda a la rareza de unos seres tan solitarios como Fridrik B. Fridjónsson, un licenciado en Ciencias Naturales por la Universidad de Copenhague que a la muerte de sus padres regresa a Brekka, la casa familiar. Podría seguir anotando cosas raras de esta novela, pero debo aludir a sus aciertos intrínsecamente literarios. Por un lado, sobresale su construcción, flash-back incluido, que descoloca al lector a la par que lo intriga sobre el pasado del pastor. Además, es notable la concisión del estilo narrativo de Sjón, que contrasta con el moroso detenimiento con el que a veces describe la indumentaria del cazador o ciertos episodios menores, como la taza de té que se toman Fridrik y el tonto Hálfdán, o la extravagante morfología de éste. Sin embargo, El zorro... no sobresale únicamente por su técnica literaria, sino también, y sobre todo, por los temas y problemas que plantea a través de sus personajes. En esa inclinación de Fridrik por los desvalidos, como el citado Hálfdán o Abba, la muchacha de la que se ocupó en el pasado, y verdadera bisagra narrativa de la historia, Sjón pone sobre el papel el eterno conflicto entre lo normal y lo anormal, entre la regla y la diferencia, entre las convenciones sociales y la auténtica filantropía. El lector confirma en las páginas finales la cruel elementalidad y el egoísmo de Baldur, anunciada en el primer capítulo durante la caza del zorro, y advierte cómo el azar o la justicia natural, que es como la poética y se confunde con ella, dan el trato que se merece al pastor. Concisa y pausada, rara y profunda, El zorro... termina con un giro entre fantástico y poético que añade más rareza a la novela. ¿En qué he pensado cuando la leía? En que la literatura, por muy recóndito que sea para el lector el lugar donde se ha escrito, es universal si los temas que plantea nos alcanzan a todos. Que después la voz, la mirada o los recursos cambien, es prueba de su origen humano y no marciano, pero nada más.

martes, 10 de junio de 2008

RESEÑA DE LA CAÍDA DEL REY EN EL CULTURAL

Reseña de Rafael Narbona en El Cultural

Dinamarca es un país incapaz de mantener una ambición duradera. Pese a su hegemonía en el Báltico y a una monarquía casi tan antigua como la japonesa, la vacilación está profundamente enraizada en la identidad nacional. Premio Nobel en 1944, Johannes V. Jensen (Jutlandia, 1873-Copenhague, 1950) afirmaba que Shakespeare no obró al azar cuando escogió el reino de Dinamarca para ambientar la tragedia de Hamlet. Jensen elaboró sus Poesías (1906) inspirándose en Walt Whitman, pues entendía que el origen de una nación sólo puede reconstruirse mediante el mito. Su objetivo no era establecer la verdad histórica, sino la verdad esencial de un pueblo con el impulso necesario para constituir la Unión de Kalmar, un pequeño imperio compuesto por los tres reinos nórdicos (Dinamarca, Suecia y Noruega), pero sin esa confianza en sí mismo que caracteriza a las grandes civilizaciones. Para Jensen, Dinamarca es una combinación de valor y apatía, dos rasgos que no pueden coexistir sin desembocar en la decadencia.

Esta interpretación del carácter nacional se plasma en La caída del rey, un relato que oscila entre lo épico y lo decadente. Christian II, rey de Dinamarca y cuñado de Carlos V, actúa con el realismo político de César Borgia. Su guía de gobierno no es la Educación del Príncipe cristiano, de Erasmo, sino El Príncipe, de Maquiavelo. Es el último rey danés que sometió Suecia y Noruega, pero su crueldad precipitó su caída. Apodado Christian el Tirano, perdió el trono y murió en el exilio. Jensen recrea su peripecia por medio de Mikkel Thogersen. Christian II es pura voluntad, un espíritu lleno de determinación que no cree en el destino, sino en la fuerza del espíritu. La derrota sólo es definitiva cuando la muerte impide empezar de nuevo.

Identificado con el “nuevo realismo” del “grupo jutlandés”, Jensen escribe con una prosa desnuda, de fibra épica, pero sin excesos retóricos; lírica en la descripción del paisaje e introspectiva en su estudio de la condición humana. La caída del rey es una novela histórica, que rebasa las limitaciones del género. Al igual que en las novelas del irlandés Liam O’Flaherty, la historia de una nación adquiere la vitalidad de los Arquetipos. Sin falsificar la realidad, consigue transformar los hechos en figuras intemporales, con la intensidad necesaria para trascender lo particular. En La caída del rey, la ambición, la malicia, la ebriedad del poder, la esperanza, el desencanto, la dignidad en el exilio, no son aspectos del devenir de Dinamarca, sino experiencias universales, que conciernen a todos los países y épocas. La fidelidad de Mikkel Thogersen a Christian II se convertirá en desengaño, revelando una vez más que los sueños imperiales sólo causan la desgracia de los pueblos. No es una mala lección para los tiempos que corren.

jueves, 29 de mayo de 2008

FERIA DEL LIBRO DE MADRID


Mañana empieza la Feria del Libro de Madrid. Nosotros estaremos en la caseta número 161, con los editores que formamos CONTEXTO: Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Periférica y Sexto Piso.

Os esperamos allí.

miércoles, 28 de mayo de 2008

CONTEXTO

Queridos amigos:

es un placer para mí invitaros a la presentación y puesta de largo de Contexto, asociación en la que estamos agrupadas siete jóvenes editoriales independientes:
Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica, Periférica y Sexto Piso.

Nuestra presentación será el próximo día 3 de junio a las 13h. en La Buena Vida (C/ Vergara), en Madrid, y nos gustaría compartir ese momento con vostros.

Además, estaremos en la Feria del Libro de Madrid en la caseta 161.

viernes, 23 de mayo de 2008

NOVEDAD: EDICIÓN ILUSTRADA DE EL PROCESO


«Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana.»
Así empieza esta obra maestra de la literatura que fue publicada por primera vez en 1925 por Max Brod partiendo de los manuscritos que dejó Franz Kafka.
Josef K., el protagonista, es acusado de un delito que nunca llegará a conocer y se ve envuelto en una maraña de la que no podrá salir. Nadie sabe quién dirige los engranajes que propician la detención y el posterior proceso. La situación en la que se encuentra el protagonista, a pesar de ser aparentemente absurda, se nos hace muy verosímil. En la novela aparecen abogados, jueces, ujieres, guardianes... que, en conjunto, dan una imagen impactante de los mecanismos de la Ley y del Estado. En Josef K. irá creciendo un sentimiento de culpa que conllevará su sumisión ante el proceso y que dará lugar al inesperado final del libro...

Las ilustraciones son del artista alemán Bengt Fosshag.

«Lo que atrae y seduce al lector en la obra de Kafka es la verdad misma, y con su perfección de estilo Kafka consiguió hacer su obra tan increíblemente seductora que sus historias atrapan al lector aunque en principio no entienda la verdad que contienen.»
Hannah Arendt

jueves, 15 de mayo de 2008

MURAT, DE TOLSTÓI

Reseña de Jadzhi Murat en El escorpión, por Alejandro Gándara

De 'Jadzhi Murat', la novela de Lev Tolstói que, junto a 'El cupón
falso', publica ahora Nórdica Libros con traducción armoniosa de Víctor Gallego, Harold Bloom (el del canon) declaró que lo consideraba el mejor relato del mundo o al menos el mejor que él había leído (damos por supuesto que había leído más). Aspavientos aparte, es con toda seguridad una narración especial, más en sintonía con los cuentos del autor que con los novelones que le dieron su canónica fama. Es decir, hay un sombrío riesgo en la narración, que se articula de forma quebrada y huidiza para contarnos lo que en apariencia es la vida trágica, intrépida y lineal de un rebelde checheno de mediados del XIX, con su turbante y todo. Rebelde a los rusos, se entiende. Aunque también, y por circunstancias políticas, a los suyos. En fin, uno de esos destinos que se bifurcan a la altura del pecho. Tolstói se monta dos artefactos principales. El primero es un correlato de conciencia: un sujeto que se pasea por el campo en otro lugar y otro momento recuerda la
historia de Murat al contemplar la fuerza y la derrota en la naturaleza. Lo bello y poderoso se trunca igual que lo feo y lo débil, pero son muertes distintas, como distintas son la memoria que dejan. En cierto sentido, podría decirse que hay cosas que no mueren, porque el mundo las repite siempre. Esa persistencia es una forma de belleza, si no es la belleza misma. El segundo artefacto tiene que ver con lo quebrado. En vez de contar la vida del protagonista de cabo a rabo y tirando del hilo, el relato tiende a interrumpirse con
escenas y personajes laterales, incluso marginales, que además no se cierran. Se quedan por ahí, como la atmósfera de un pathos o como el aire helado de una mañana sangrienta, absurda y fatal. Ese aire que circula entre los seres mortales es un viejo viento anterior a todo, a nacimientos y muertes, y el relato, con sus excursos, obliga a que se escuche. La historia de los hechos, el dibujo de los personajes, los hitos de la acción podrían evocar 'Taras Bulba' (Gogol) o al héroe de Lérmontov, pero la composición se levanta por encima de los materiales y se desliza hacia una oscura génesis, hacia el misterio de esta caducidad nuestra. Y ahí nos abandona, asomados a un balconcito que cuelga sobre los abismos del cosmos.

sábado, 10 de mayo de 2008

MÁS QUE UNA PARODIA O LA BOCA POBRE

Reseña de Ana Lorenzo en La mala hierba

Hay parodias que son geniales, y lo son hasta el punto de que se hacen obras que van mucho más allá de lo parodiado y se disfrutan tal cual, sin necesidad alguna de hacerse uno con un bagaje cultural específico previo con el que comparar. Se alzan, espléndidas y autónomas, con sus propios valores literarios, y alcanzan épocas y público donde no llegarían, si no es por ellas, las obras o ideas que las motivaron. Siempre se pone de ejemplo El Quijote, y es cierto que no tenemos por qué haber leído los típicos libros de caballería para disfrutarlo. Cándido, de Voltaire, es otra genialidad para reírse a gusto, y no nos exige conocer la idea que tenían de la filosofía de Leibniz en aquella época (bastante simplista, todo hay que decirlo) para seguir las aventuras del tenaz optimista y su maestro Pangloss. No quiere decir, sin embargo, que los autores de estas obras, como tampoco Flann O'Brien, desprecien todos los libros o ideas que parodian: de hecho, admiran mucho de lo que traen a colación aunque haya otros aspectos u obras que no les convenzan.

La boca pobre, de Flann O'Brien, les hará reír también, hayan leído ustedes o no los libros típicos irlandeses escritos en gaélico a los que remite y parodia, como muy bien dice el traductor de esta edición Antonio Rivero Taravillo en la presentación. Así que, adelante, no le tengan miedo, que es una joya para disfrutar. Si quieren y son amantes de la lengua y de la historia, si dominan además las distintas variedades de gaélico, léanla en su lengua original. Si no es así, disfruten de la novela en esta edición de Nórdica Libros, a la que hay que agradecer el que haya rescatado a este autor para el mundo hispanohablante (una pequeña digresión: ¿por qué no les venden también los derechos de At Swim-Two-Birds, imposible de encontrar en castellano, con lista de espera para la edición de Edhasa En nadar dos pájaros en los libreros de viejo? ¿Alguien no edita o no reimprime e impide que se edite este libro con alguna intención que a mí se me escapa? Fin de la digresión); con las pistas que nos da el traductor y con lo que todos, quien más, quien menos, hemos oído o leído sobre «el tópico irlandés», en películas o libros ingleses, tendremos bastante.

Desde los prólogos hasta el final, el libro es un prodigio de imaginación, cautivándonos con las exageraciones que convierten en hilarante aquello que podría haber sido digno de lástima. ¿Cómo sentir pena por un pueblo «peculiar[es], [...] que se va apagando como enmohecido idioma gaélico, que está con más frecuencia en sus bocas que un poco de comida» y cuya «gente joven pone la vista en Siberia esperando de ella un clima más benigno que los libre del frío y las tempestades que siempre han conocido» (p. 29)? ¿Y lo de «Es motivo de alegría que el autor, Bonaparte Ó Cúnasa, esté aún hoy con vida, a salvo en la cárcel y libre de las miserias del mundo» (p. 28)? El prólogo nos da ya el pulso de la narración: si el clima es peor que el de Siberia, si en la cárcel se está mejor que libre, ¡cómo ha de ser el mundo para un gaélico! Antes le llega a uno la risa que la pena.

Y es que a un gaélico hasta la riqueza se le vuelve miseria: «Sí, la gente vivía pobremente en la época de mi niñez, y aquel que tenía muchos bienes y ganado, por la noche no tenía espacio para sí mismo en su propia casa. Ay, así ha sido siempre. A menudo oía referir al Viejo Canoso las penalidades y miserias de la vida de antaño. [...]
—Otra noche vino un caballero, un inspector de enseñanza que se había extraviado con la bruma del pantano y que había ido a parar a la entrada del valle.»
El tal caballero, se espanta de ver cómo duermen hombres y bestias juntos en las casas. Les da la idea de hacer un cobertizo, separado de la casa. Los gaélicos de Corca Dorcha del tiempo del Viejo Canoso alaban la sugerencia y llevan a cabo el plan. «Pero, ay, las cosas no son siempre como uno imagina. Cuando mi abuela, dos hermanos míos y yo mismo llevábamos dos noches en el cobertizo, estábamos tan helados y profundamente empapados que fue un milagro que no desapareciéramos para siempre; y no encontramos alivio hasta que regresamos a nuestra propia casa y estuvimos de nuevo confortablemente instalados entre el ganado. Así hemos estado desde entonces, de la misma forma que cualquier pobrecito irlandés a este lado del país» (pp. 38-39), termina de narrar con lógica gaélica el Viejo a Bonaparte.

Así, desde su nacimiento —«[n]ací con muy poca edad (ni siquiera había cumplido un día); hasta pasado medio año no comprendí nada de mi entorno ni pude distinguir a unas personas de otras. Pero la inteligencia y el entendimiento llegan a su paso, lenta e imperceptiblemente, a cada criatura; y ese año lo pasé tumbado sobre mis espaldas, posando la vista aquí y allá en todo lo que tenía a mi alrededor» (p. 33)—, la miserable vida de Bonaparte en Corca Dorcha va siéndonos descrita en primera persona, con todos los tópicos habidos y por haber elevados a la enésima potencia. Si añadimos a esto la excelente imaginación del autor, que algunos de ustedes quizá hayan podido disfrutar en El tercer policía o en Crónica de Dalkey (2 y 4 respectivamente de la colección Otras Latitudes en esta misma editorial), tendrán un resultado maravilloso, con escenas y relatos que por sí solos merecerían la lectura del libro, con personajes e ideas que si solo pueden ubicarse en Corca Dorcha, la cuna de la miseria genuinamente gaélica, de la lengua genuinamente gaélica, de la vida genuinamente gaélica (que ya se sabe que más que vida es peor que la muerte) hacen de esta tierra imaginaria un universo literario que, en cambio, más que genuinamente gaélico, se convierte en un referente universal, donde un Bonaparte bastante cándido —en el doble sentido de la palabra—, a pesar de convivir con el espabilado abuelo Viejo Canoso, llegará a sorprendernos al tomar él solito una iniciativa para terminar con ese destino gaélico que, un día, comienza a antojársele injusto. Pero, qué inútil es tratar de ir contra el destino. Sobre todo, contra el destino gaélico.

miércoles, 7 de mayo de 2008

NOVEDAD: JADZHI MURAT / EL CUPÓN FALSO

«Jadzhi Murat para mí representa lo sublime en la prosa de ficción, y lo considero el mejor relato del mundo, o al menos el mejor que yo he leído.»
Harold Bloom, El canon occidental


Publicamos en este libro dos novelas cortas del gran escritor ruso Lev Tolstói. En primer lugar una nueva traducción de una de sus grandes obras: Jadzhi Murat, en la que nos muestra el conflicto entre la vida sencilla de los habitantes del Cáucaso, regida por la tradición y la costumbre, personificada en el atractivo protagonista que da nombre al título, y la vida «moderna» y «civilizada» representada por los rusos. Tolstói vivió la situación en primera persona, pues estuvo en esa zona durante su etapa en el ejército, por lo que es el mejor guía para adentrarnos en los orígenes de una guerra que perdura hasta nuestros días en Chechenia.
En El cupón falso, que permanecía inédita hasta ahora, el autor nos cuenta la historia de una estafa y de cómo el dinero conseguido a través de un cupón falso cambia la vida de todas las personas por las que va pasando.
Las dos obras que componen este libro se encuentran entre las mejores que escribió el genio ruso y son, por tanto, dos obras fundamentales de la literatura universal.

jueves, 1 de mayo de 2008

LITERATURA DE ALTURA FORJADA SOBRE EL HIELO

Reseña de El zorro ártico en Nordesia, del Diario de Ferrol

Habrá que realizar un estudio serio sobre el hecho de que un país como Islandia, con menos censo que Vigo, sea, como así se explica en la web papelenblanco.com el que, proporcionalmente, más escritores aporta a la literatura mundial. Los datos así lo constatan. Según esta misma página, uno de cada diez islandeses escribirá un libro a lo largo de su vida y, además, cada habitante lee de media 40 libros al año. Pero es que a eso hay que añadir, siguiendo el artículo de esa magnífica web, que es muy probable que el país más septentrional de Europa haya sido el primero en el que se publicó algo muy semejante a lo que hoy se conoce con el nombre de novela. Las sagas islandesas, una colección anómina de
textos en prosa escritos en torno al siglo XIII –en su momento alabada por Borges–, fueron pioneras en el uso del narrador omnisciente. Todo esto viene a cuento de la recentísima traducción al español que ha hecho la editorial Nórdica de la novela de un escritor islandés de renombre, Sjón (abreviando), de título “El zorro ártico”, galardonada en 2005 con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Difícilmente en el mercado contemporáneo del libro podrá encontrarse un texto actual con una intensidad narrativa y una profundidad identitaria como éste del joven y prometedor Sjón, de la que hay que admirar, por otra parte, una estructura interna extraordinariamente atractiva y por la que desfilan elementos de la más arcana tradición islandesa. La novela, ambientada en los primeros meses de 1883, está dividida en
tres pequeños bloques. El primero de ellos comienza y acaba con la intensa y denodada secuencia, dividida en breves escenas, de la caza de un zorro por parte de un sacerdote de una
pequeña aldea, séra Baldur Skuggason, quien pasa horas luchando contra la inteligencia del animal y las adversidades de una naturaleza agresiva y justiciera hasta que consigue darle caza. En el segundo, la historia cambia de plano –aunque en las mismas coordenadas temporales y espaciales– y sitúa al lector en la posición de Fridrik, un herbolario que se prepara para cerrar una etapa de su propia vida, la que lo mantuvo al lado de Abba, la mujer con síndrome de Down que encontró, por casualidad, confinada como un perro en la bodega de un acomodado burgués y con quien compartió su vida en la granja de sus difuntos padres hasta la muerte. Las dos historias, la del pastor cazador que inicia una aventura suicida a la caza del zorro ártico y la del
boticario sereno que contraviene con sus obras las costumbres de la época, caminan con intensidad, en breves pasajes, hasta el tercer bloque, el desenlace, el que desvela las claves de
una historia conmovedora y vital que tiene muy pocos precedentes en los últimos años.