jueves, 1 de mayo de 2008

LITERATURA DE ALTURA FORJADA SOBRE EL HIELO

Reseña de El zorro ártico en Nordesia, del Diario de Ferrol

Habrá que realizar un estudio serio sobre el hecho de que un país como Islandia, con menos censo que Vigo, sea, como así se explica en la web papelenblanco.com el que, proporcionalmente, más escritores aporta a la literatura mundial. Los datos así lo constatan. Según esta misma página, uno de cada diez islandeses escribirá un libro a lo largo de su vida y, además, cada habitante lee de media 40 libros al año. Pero es que a eso hay que añadir, siguiendo el artículo de esa magnífica web, que es muy probable que el país más septentrional de Europa haya sido el primero en el que se publicó algo muy semejante a lo que hoy se conoce con el nombre de novela. Las sagas islandesas, una colección anómina de
textos en prosa escritos en torno al siglo XIII –en su momento alabada por Borges–, fueron pioneras en el uso del narrador omnisciente. Todo esto viene a cuento de la recentísima traducción al español que ha hecho la editorial Nórdica de la novela de un escritor islandés de renombre, Sjón (abreviando), de título “El zorro ártico”, galardonada en 2005 con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Difícilmente en el mercado contemporáneo del libro podrá encontrarse un texto actual con una intensidad narrativa y una profundidad identitaria como éste del joven y prometedor Sjón, de la que hay que admirar, por otra parte, una estructura interna extraordinariamente atractiva y por la que desfilan elementos de la más arcana tradición islandesa. La novela, ambientada en los primeros meses de 1883, está dividida en
tres pequeños bloques. El primero de ellos comienza y acaba con la intensa y denodada secuencia, dividida en breves escenas, de la caza de un zorro por parte de un sacerdote de una
pequeña aldea, séra Baldur Skuggason, quien pasa horas luchando contra la inteligencia del animal y las adversidades de una naturaleza agresiva y justiciera hasta que consigue darle caza. En el segundo, la historia cambia de plano –aunque en las mismas coordenadas temporales y espaciales– y sitúa al lector en la posición de Fridrik, un herbolario que se prepara para cerrar una etapa de su propia vida, la que lo mantuvo al lado de Abba, la mujer con síndrome de Down que encontró, por casualidad, confinada como un perro en la bodega de un acomodado burgués y con quien compartió su vida en la granja de sus difuntos padres hasta la muerte. Las dos historias, la del pastor cazador que inicia una aventura suicida a la caza del zorro ártico y la del
boticario sereno que contraviene con sus obras las costumbres de la época, caminan con intensidad, en breves pasajes, hasta el tercer bloque, el desenlace, el que desvela las claves de
una historia conmovedora y vital que tiene muy pocos precedentes en los últimos años.

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